Son muchas las voces que censuran la burda manipulación de las unidades léxicas (y especialmente su significado), no por parte del "vulgo" o del "pueblo" sino por ciertos portavoces de partidos políticos. Y lo que es más grave, representantes de países desarrollados llegan al extremo de firmar acuerdos sin haber examinado detenidamente el cambio que puede suponer el uso de una perífrasis verbal radical (deber+infinitivo, expresa una obligación), un futuro simple (deberán, un tiempo absoluto) o un condicional simple (deberían, un tiempo relativo).

Hace unas semanas, por mero papanatismo, representantes de numerosos países aprobaban, en medio de fuertes aplausos, el "Acuerdo de París", adoptado por la Convención de Naciones Unidas por el Cambio Climático. La firma constituyó un gesto de cara a la galería, en virtud del que "los países desarrollados deberían seguir..." en lugar de "deberán seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de las emisiones [...]". El cambio del tiempo verbal lleva implícita la idea de que existen ciertas circunstancias que dificultan el cumplimiento del contenido de la oración.

Otro tema, sobre el que hay que llamar la atención, es la obsesión que muestran determinados partidos políticos por demonizar o incorporar notas despectivas sobre algunos sufijos, como es el caso del sufijo -ismo, que denota, básicamente, "cualidad o condición" o "doctrinas, teorías o ideologías".

Llamar a una persona populista o caracterizar los mensajes de un partido político como populismo significa "una tendencia política por atraerse a las clases populares" (DRAE-2014), lo cual no es digno de reprobación.

De lo anterior se desprende que es urgente el estudio de la gramática y la consulta de los diccionarios. Antes de aprobar un documento, habrá que interpretar y conocer su contenido. La vuelta a la escuela, además de aportar cultura, también ayuda a mantener el cerebro más joven.