En los cuarteles de invierno del PP gobierna la tranquilidad. No se brinda con cava pero la bandeja sigue repleta de turrones y mazapanes: quienes no se van a comer un roscón son otros, piensan en Génova, desde donde se dirige un bombardeo incesante de mensajes en favor de la gran coalición con el PSOE y Ciudadanos.
Rajoy está sereno, nada excitado: ni siquiera repetir las elecciones es escenario desconcertante para el líder popular, a sabiendas de que el pánico a Podemos devolvería al granero propio mucho voto huido a la moderación de Albert Rivera. En esas deducciones estamos cuando en la cabalgata de Madrid una niña le pide a los Reyes una casa "porque vivimos es una habitación muy pequeña". Cuando los pequeños claman por un piso en lugar de un juguete es que algo marcha mal. Algo no cuadra entre el mundo real y el mundo imaginario.
