La verdad es que lo más sencillo y natural es que sigan Mas y Rajoy, dicho sea por orden de aparición en escena o de salida y mutis por el foro si así acaba sucediendo.

Rajoy dijo lo que ya en anteriores ocasiones había insinuado: acepta cambios en la Constitución. Y como no apuntó a nada en concreto y lo afirmó en medio de un trance tremendo es evidente que ladinamente se refiere a una modificación sustancial, tanto que permita a Cataluña independizarse con la carta magna en la mano o, menor dicho, gracias a la carga magna remodelada.

La vía insureccional, aunque la facilitó sin desmayo el propio registrador -con meter mano a cuatro golpistas hubiese sido suficiente para desbaratarla- no ha llegado a buen puerto de manera que se impone el camino hipócrita según la doctrina Fernández-Miranda para la transición: de la ley a la ley.

Rajoy preside el próximo Gobierno con amplios apoyos y sin problemas ya que lleva cuatro años haciendo lo que le dejó escrito ZP y Mas, lo mismo: se modifica la Constitución, Cataluña se va y Rajoy se lava las manos porque se cumplió la libre voluntad de los catalanes y la neo Constitución permitió ese nuevo prusés. ¡Qué gran triunfo de la democracia!

Todo el mundo barrunta mil desastres. Estoy de acuerdo pero el disparate capital no llegará por donde se teme -unos Gobiernos en Madrid y en Barcelona inestables y grotescos- sino por la normalidad y la coherencia que suelen ser el camino de las mayores barbaridades. Para el caso, la independencia, esta vez sí, de Cataluña.