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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Lo nuestro es llevar la contraria

Fiel a sus inveteradas costumbres, Galicia registró un aumento del paro durante el mes de diciembre, coincidiendo con la rebaja general del desempleo en España. No es novedad. Lo mismo había ocurrido -solo que al revés- el pasado agosto, cuando el número de empleados creció en este reino a la vez que descendía en el conjunto de la Península. Se diría que los gallegos disfrutan llevando la contraria a los demás, como los kamikazes que circulan en sentido inverso por las autopistas.

Así se explica que el precio de las viviendas se mantuviese e incluso llegara a subir algún mes mientras se desplomaba en el resto de España tras el estallido de la burbuja de los pisos. Otro tanto viene sucediendo con el paro. Allá por el año 2007, cuando la crisis empezaba a llenar de desempleados las colas del INEM, no era raro que Galicia diese la nota al liderar ocasionalmente el incremento del empleo entre todos los reinos autónomos.

Incluso en cuestiones de meteorología, aparentemente tan previsibles por aquí, los gallegos se empeñan en ir a contrapié del resto de la Península. Algunos lo atribuyen al cambio climático, pero lo cierto es que resulta de lo más habitual que en esta parte del noroeste luzca el sol cuando caen trombas de agua por el sur, y viceversa, como si también el tiempo quisiera ir por libre en el paradójico reino de Breogán.

Otra paradoja aún más notable es la que dota a los galaicos -varones, lógicamente- del semen de mejor calidad reproductiva de toda España, según los repetidos análisis del Instituto Marqués de la Fertilidad. Choca este halagüeño dato con el hecho de que Galicia sea uno de los lugares con menor tasa de nacimientos de Europa, a pesar de que disfrute de tantos y tan buenos espermatozoides por cabeza (o prepucio, para ser exactos).

A estas rarezas hay que agregar todavía la que, en cuestiones de política, desmiente el supuesto carácter moderado y conservador de los gallegos. Cierto es que, seguramente por llevar la contraria, los votantes de este reino elegían pertinazmente a un político de tanta carga conservadora como Don Manuel I, mientras España era territorio privativo de la izquierda o, cuando menos, de la socialdemocracia.

No es menos verdad, sin embargo, que a diferencia de otros reinos en los que se vota a piñón fijo desde hace más de treinta años, los gallegos eligieron sucesivamente para presidir la Xunta a un exfranquista como Fraga y al excomunista Emilio Pérez Touriño. Dos opciones procedentes de los extremos -si bien atemperadas por el sentidiño galaico- que revelarían, una vez más, la afición de los gallegos a opinar una cosa y la contraria al mismo tiempo. Nadie ignora aquí que Dios es bueno, pero no por eso el Diablo ha de ser malo.

Será por eso que a los gallegos nos retratan por ahí adelante como gente indecisa -tipo Rajoy- de la que nunca se sabe si está subiendo o bajando la escalera. Bobadas. Lo que en realidad caracteriza al vecino de este país es su irrefrenable tendencia a llevarle la contraria a todo el mundo.

Subir cuando los demás bajan y bajar cuando los demás suben es la verdadera peculiaridad de carácter de los gallegos, suponiendo que deban tener alguna. Ahí está la última subida del paro en tiempos de bajada como dato para convencer a quienes todavía pudieran guardar dudas sobre el asunto.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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