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Joaquín Rábago.

Autores, en defensa de sus editores

Hay quienes quieren al parecer enfrentarlos con ofertas en principio muy tentadoras, pero los autores, muchos de ellos internacionalmente conocidos, mantienen la fidelidad a sus editores, pensando en el futuro del libro.

La polémica ha estallado en Alemania en torno a un proyecto de ley de la coalición cristianodemócrata/socialdemócrata que, de aprobarse, permitiría a los autores retirar un libro de su editorial al cabo de solo cinco años.

De esa forma podrían llevar su obra antes de que venciese el "copyright" - setenta años después de la muerte del autor siempre que el contrato que se firme no especifique otra cosa- a algún otro editor que les ofreciese más dinero o mejorar el contrato que los liga a quien primero la publicó.

Es en principio una oferta tentadora para los autores, pero que muchos de ellos rechazan porque no quieren poner en peligro de esa forma a las editoriales pequeñas e independientes, que se arriesgan a publicar muchas veces a autores noveles u obras en principio difíciles.

Conocidos autores, novelistas, ensayistas o filósofos, han firmado una carta abierta en internet explicando los motivos por los que rechazan la idea gubernamental, que solo complacerá a las editoriales más poderosas, que podrían arrebatarles cualquier autor de éxito a las pequeñas.

La carta la impulsaron los conocidos editores Jonathan Beck (C.H. Beck) y Jonathan Landgrebe (Suhrkamp) junto a la agente literaria Elisabeth Ruge, y entre quienes se adhirieron al llamamiento están los autores Hans-Magnus Enzensberger, Rüdiger Safranski, Peter Handke, Ingo Schulze, Navid Kermani o los filósofos Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk.

Hay pequeños editores que se arriesgan mucho como por ejemplo Andreas Rötzer, de la editorial berlinesa Matthes & Seitz, quien se atrevió a publicar una novela con el complicado título de "La invención de la Fracción del Ejército Rojo por un adolescente maniaco-depresivo en el verano de 1969".

El manuscrito, del veterano autor Frank Witzel, había sido rechazado antes por treinta y seis editoriales alemanas, entre ellas algunas muy potentes, pero que, por su tratamiento un tanto experimental, consideraban su publicación un riesgo económico.

Pues bien, seguramente todas ellas se equivocaron porque su autor ha sido el ganador de la última edición del libro de los libreros alemanes, lo que representa un auténtico espaldarazo público.

Los autores y editores firmantes de la carta abierta sostienen que una obra muchas veces no se convierte en un éxito inmediato, y esto es cierto de muchas grandes obras de la historia de la literatura.

Y dejar al autor la posibilidad de retirarse del contrato al cabo de sólo cinco años significaría que muchos editores no asumirían el riesgo de publicar manuscritos de calidad, pero que tal vez necesiten años antes de ganar el favor del público lector.

No está en juego tan sólo la existencia de editoriales pequeñas o medianas sino también el propio futuro del sector, amenazado ahora por la llegada de un gigante de la distribución como Amazon, que se dedica también y cada vez más a la publicación.

Según medios germanos, Amazon ofrece a quienes le ofrecen un manuscrito para su publicación como libro electrónico hasta un 70 por ciento del precio de venta, lo que contrasta con el 10 por ciento que suelen ofrecer las editoriales tradicionales a sus autores.

Pero como dice el autor galardonado con el último premio del libro alemán, el antes citado Frank Witzel: "Tal vez sea yo un romántico, pero me niego a considerar el libro, al menos el libro literario, como una mera mercancía".

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