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Profesor Titular de Economía Aplicada. Universidade de Vigo

Retos económicos

Comienza 2016 y es el momento de proponerse nuevas tareas y retos económicos para nuestra comunidad autónoma. Uno de los más importantes es no perder la tendencia positiva que se viene observando en los últimos meses en el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). Es deseable que la riqueza de Galicia crezca anualmente, por lo menos, a niveles cercanos a la media nacional (entre el 3% y 3,5%), si queremos dejar de estar en el vagón de cola de las regiones españolas con un menor crecimiento económico.

Lo más probable es que Galicia llegue al 2% de incremento anual del PIB en 2015. No es un mal dato, pero resulta insuficiente. Es necesario recuperar toda la riqueza que se ha perdido durante la crisis económica. Hay que ser optimista, pero al mismo tiempo, consecuente con la realidad que vivimos. Desde que se viene registrando el cambio de tendencia en el crecimiento económico, Galicia ha conseguido recuperar algo menos de la tercera parte de la caída del PIB. Ahora es el momento de seguir apostando por aquellas políticas económicas que consigan volver a los mismos niveles de bienestar que teníamos en 2008. Solo así será posible converger con la media nacional.

Esto último no será sencillo, ya que la crisis económica ha traído consigo unos importantes recortes de gasto público que difícilmente se van a compensar. Además, el mercado de trabajo gallego ya no es el de antes. La flexibilidad laboral ha provocado un empeoramiento en las condiciones económicas de los trabajadores sin precedentes, lo que se traduce en una menor capacidad de consumo y en cierto temor al futuro económico más a corto plazo. La demanda interna, formada por el agregado de consumo de las familias, inversión de las empresas y el comportamiento del sector público, todavía no pasa por su mejor momento. En cambio, la demanda externa, integrada por las exportaciones e importaciones, es la que está posibilitando, en mayor medida, el crecimiento económico de Galicia.

Antes de la crisis, ser mileurista era poco menos que ser un trabajador de una categoría inferior. Hoy en día es algo a lo que por desgracia aspiran, en el mejor de los escenarios, muchos gallegos, incluso aquellos con estudios universitarios. Otros, que se han tenido que ir a trabajar fuera de Galicia o de España, ya han corrido peor suerte. Sin duda, esta nueva situación laboral va a condicionar no solo nuestra capacidad de consumo, sino las posibilidades de incrementar los ingresos tributarios, sobre todo en un escenario de importantes rebajas fiscales en nuestra comunidad autónoma.

Además, es necesario introducir reformas para mejorar nuestro sistema productivo, en especial para evitar nuestra elevada dependencia económica de esta atomización empresarial permanente del tejido productivo gallego. Muchas empresas gallegas, debido a su pequeño tamaño, son incapaces de lanzarse al mercado nacional e internacional y esto está provocando una pérdida de oportunidades. Por este motivo es necesaria una apuesta fuerte y decidida de la administración autonómica por mejorar la capacidad internacional de nuestras empresas. Es evidente que aquellas que lo han conseguido, han logrado capear con éxito la crisis económica e incluso están inmersas en un proceso de expansión de la producción y del empleo. Paralelamente, es necesario diversificar nuestra cartera de clientes, lo que mitigará los previsibles problemas que conlleva la pérdida de capacidad económica de las economías emergentes. En los últimos años la economía gallega está dependiendo mucho del comportamiento exterior, por esto hay que ser inteligente y encontrar nuevos mercados. La competencia internacional es cada vez mayor y Galicia tiene que ser capaz de enfrentarse a los nuevos retos y demandas ampliando sus horizontes.

Otra de las cuestiones que van a condicionar la mejora económica para el próximo año serán las posibilidades reales de mejorar nuestras actuaciones en materia de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i). A nivel nacional existen importantes deducciones, bonificaciones y ajustes fiscales negativos para que las empresas aumenten sus niveles de I+D+i. No obstante, es necesario apostar, desde la óptica autonómica, por actuaciones adecuadas que realmente permitan mejorar la capacidad innovadora de nuestras empresas. No es viable que se sigan produciendo recortes en este tipo de instrumentos, si realmente se quiere que Galicia deje de ser una de las regiones que menor gasto público dedican a la I+D+i (0,82% del PIB en 2013, frente a la media nacional del 1,24%). Hace falta un plan de actuación efectivo desde todos los departamentos autonómicos con responsabilidad en la I+D+i que llegue, de verdad, a las empresas. Solo así, se podrán mejorar nuestros indicadores de productividad empresarial, que siguen estando por debajo de la media nacional.

Finalmente, y no menos importante, es necesario volver a insistir en el grave problema de envejecimiento demográfico que acucia a la economía gallega. En Galicia hay 1,3 cotizantes a la Seguridad Social por cada pensionista, cuando para que el sistema funcione es necesario tener un ratio de 2,5. En consecuencia, es necesario aumentar la población activa, y dentro de este grupo, a la población ocupada, pero con empleo de calidad, para que puedan contribuir a la financiación del sistema. Las tensiones financieras en la Seguridad Social son ya patentes y si bien es un problema que se presenta en toda España, en nuestra comunidad autónoma es todavía mayor, debido a nuestras elevadas tasas de dependencia, envejecimiento y sobreenvejecimiento.

Como se puede comprobar, hay muchas tareas para este año que comienza. Esperemos que se consigan. Galicia se juega mucho en los próximos meses.

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