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Presidente del Colegio de Economistas de Pontevedra

¿Qué es esperable de la economía en 2016?

En economía, como en la meteorología, la previsiones cuanto más próximas son siempre más fiables. La simple proyección de las tendencias actuales dibuja el futuro más cercano mientras que en el más lejano influyen otros acontecimientos que empiezan a gestarse desde ya mismo. El año 2015 que se cierra ha sido el menos malo del período de recesión que, a partir de 2008, se inicia como consecuencia de la creatividad y desregulación financiera con origen en los Estados Unidos de América. Para poder entrever cómo nos va a ir en 2016 debemos partir; pues, del análisis de las tendencias presentes y por este orden: coyuntura internacional, europea y, finalmente, la gobernabilidad de Cataluña y de España que vaya a resultar de las respectivas elecciones pasadas o de los que nazcan de las nuevas elecciones en ciernes por falta del consenso político. La cultura del pacto de la Constitución de 1978 ha dado origen al mejor período, el de los últimos 40 años, en la historia económica de España.

A falta de datos más precisos del ejercicio 2015, se espera un crecimiento que supere ligeramente el 3 por cien en el Producto Interior Bruto (PIB) español; pero por debajo del 2,5 por cien para Galicia. De la misma forma que el inicio de la crisis nos ha afectado en Galicia algo menos, también es esperable que la convergencia con la reactivación del conjunto de la economía española sea algo más lenta. Nuestro carácter periférico, en el sentido geográfico y económico, hace que las tendencias que más nos condicionan lleguen con un cierto retraso. Para 2016 las previsiones son algo más modestas que las de 2015 por la ralentización de la economía mundial y, dentro de ella, la de la UE. Que, en 2015, hayamos sido la economía que más ha crecido en la zona euro es un hecho no sostenible si los demás no crecen otro tanto o más. El 75 por cien de nuestras exportaciones y el 65 de la importaciones tienen como destino y origen la UE. En la economía norteamericana, en la que antes que en la UE se han adoptado políticas expansivas, su crecimiento esperado para 2016 oscila entre el 2,5 y el 3 por cien, similar al crecimiento esperado para México y superior en ambos casos al de Canadá, inferior al 2 por cien. En los países emergentes, Brasil asiste a su desplome con una tasa de -1, con un cierto retraso respecto a la crisis en la UE. China e India crecerán un 7 por cien, muy por debajo de tasas de dos dígitos del gigante asiático antes de 2008 con elevados costes sociales y ambientales. En la UE no se esperan grandes cambios respecto a como se cierre 2015. Los países exportadores de petróleo, caso de Venezuela, están experimentando altas tasas de empobrecimiento general; pues los bajos precios del petróleo que reducen los déficits comerciales de los países importadores a su mínima expresión, caso de España, producen tales efectos indeseables en los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Que, en tal contexto, la economía gallega pueda mejorar, o empeorar, algo más ya va a depender de las circunstancias internas; particularmente dependientes de la deseable estabilidad de la política española. La convocatoria de nuevas elecciones, en otro caso, va a retardar la recuperación económica, todavía muy moderada. Siendo así, tenemos esperanza de que otros dos factores específicos nos aproximen algo más de lo previsto a la evolución general de la economía española. La apertura de la puerta santa de la catedral de Santiago, en el Año de la Misericordia, puede contribuir, como en los mejores Años Santos, a aumentar unas décimas el PIB gallego y, sobre todo, la reciente Sentencia del Tribunal Europeo sobre el arrendamiento fiscal (tax lease) va a permitir la recuperación de la construcción naval y, en general, del sector del metal en todas sus vertientes.

Lo que hace falta, pues, es mejorar en competitividad en un contexto mundial todavía relativamente adverso y esto solo se puede hacer con productividad o eficiencia tanto de los factores de capital como los de trabajo. Los bajos tipos de interés favorecen la inversión y la formación en capital humano permita mayores salarios y, con ello, el aumento necesario de consumo para sostener la recuperación económica son, hoy por hoy, la alternativa a la devaluación interna habida hasta ahora: trabajo más precario en los salarios como en la temporalidad. Mejorar así nuestro sector exterior ya empieza a tocar su fin.

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