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A ambos mensajes

El nuevo año ya toca a nuestras puertas. Los más jóvenes no recordaran aquel angelote que anunciaba el año Nuevo con una banda blanca que le cruzaba el pecho, que en grandes caracteres señalaba el año en cuestión. Imaginemos, pues, al angelote que nos saluda con un espléndido 2016.

Para el año lunar los chinos disponen de doce signos para indicar los correspondientes ciclos anuales. Disponen para ello de doce animales, representativos de los atributos -benéficos o no- que regirán en el periodo. Este año le ha correspondido al Mono: independiente y vivaz, ingenioso y divertido; pero, cuidado, el animalito resulta también olvidadizo y distraído, poco confiable, en fin, ojo al dato.

Nosotros, sin embargo, preferimos dejarnos llevar por otros signos, y algunos, al menos yo, he preferido dejarme llevar por dos de los que me han llegado con mayor fiabilidad: el que hemos recibido del Papa Francisco en su mensaje de Navidad "Urbi et Orbi", y a las palabras que en su alocución navideña el Rey, Felipe VI, ha dirigido a todos los españoles.

Esperanza y misericordia han sido los dos pilares principales del Papa. La esperanza fija sus ojos en la superación de los males que nos aquejan; en hambre, la violencia, el frío y el desamparo; la misericordia urge a la reconciliación, a la búsqueda de la paz, al amparo debido a todos los que sufren los rigores de la emigración forzosa, de los que padecen de la trata de personas y el narcotráfico, las consecuencias del terrorismo.

Pero sus palabras han querido señalar a quienes, desde situaciones más ventajosas, están obligados a ser generosos, sean estas personas particulares, instituciones públicas, dirigentes políticos o poderes económicos. A todos nos compete su llamada.

África y los países del cercano Oriente e Hispanoamérica han sido las regiones para las que nominalmente el Papa ha mostrado una mayor necesidad de misericordia y esperanza. Si bien todos estamos necesitados de esas misericordia y esperanza.

Por su parte, el Rey, instalado en el máximo escenario histórico de su representatividad, desde la neutralidad que le corresponde, ha optado por una necesaria "cohesión nacional" para afrontar el "progreso político, cívico y moral" que reclama la sociedad.

Sin olvidar la crisis económica que se va recuperando, las sombras de la corrupción que han sembrado la desconfianza en políticos e instituciones ni las perversas tentaciones separatistas, el mensaje del Rey ha recordado los valores constitucionales con los que nos hemos dotado. Serenidad en la reflexión y responsabilidad en las decisiones parece reclamar el mensaje de la Corona.

A ambos mensajes debemos acogernos al abrir las puertas a este Nuevo Año.

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