Los ciudadanos han hablado y lo han hecho alto aunque no sé si muy claro, a la vista del paisaje postelectoral que se avecina. El bipartidismo, entendido como la hegemonía de PSOE y PP que ha dominado la política española desde la extinción de UCD, es papel mojado. Sólo por eso la cita del 20-D marca un hito.

Los sondeos, por una vez, no han errado mucho el tiro. El PP de Rajoy ha ganado las elecciones pero quizá ha perdido el gobierno... o no. El PSOE de Pedro Sánchez las ha perdido (a 30 diputados de los populares) con el peor resultado de su historia, pero paradójicamente tiene opciones de mudarse a Moncloa. Podemos, siendo el tercero se siente vencedor hasta el punto de atreverse -como hizo anoche Pablo Iglesias con el escrutinio todavía caliente- a exigir una reforma constitucional a quien -o sea, a Sánchez- quiera contar con los 69 representantes de lo que llama "la fuerza del cambio". Dicho en román paladino: "Señor Sánchez, usted podría llegar a gobernar, pero seré yo quien le diga cómo y cuándo". La negociación será peliaguda. Y quizá la factura sea gravosa, pero las urnas y los votos tienen estas cosas.

Sin embargo, ni siquiera el líder socialista -que sólo ha salvado su pellejo- tiene suficiente con los votos podemistas. Necesitará más: a IU y a PNV o Esquerra. Y entonces sí que se puede liar parda. Recuerden que Esquerra ultima una Cataluña independiente y Mas todavía aguarda (¿por cierto estárá cobrando su jugoso salario como president en suspenso?). ¿Y cómo harían los soberanistas para enchufar a Sánchez en la Presidencia al tiempo que desconectan a Cataluña de España? El PP tilda a todo este sudoku como la gran alianza de los perdedores. Puede que sí, pero tampoco es algo nuevo (vean el reciente ejemplo portugués). Además los electores no votan al presidente, sino a los representantes que elegirán al presidente.

Ciudadanos ha devenido en suflé centrista. A Rivera se le ha hecho larga la campaña. Y parece que, pese al digno resultado, su papel de hombre decisivo que se autoetiquetaba era excesivo. De momento sus escaños y los de Rajoy suman 163, mientras que PSOE y Podemos llegan a 161. Una gran alianza PP y PSOE es impensable y que Ciudadanos apoye a PSOE y Podemos, también... o no

El partido no se ha acabado. Queda la segunda parte, la de las exigencias, las cesiones y los pactos, que promete ser mucho más apasionante. Y ojalá menos marrullera. Y con luz y taquígrafos y sentido de la responsabilidad. Porque ésa sería la mejor señal de que en verdad el cambio ha llegado. Y si no es así, en nada a votar.