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El sudoku del 20-D

La campaña electoral arrancó bajo la perspectiva de que el futuro Gobierno de España pasaba por un posible pacto PP-Ciudadanos. Eso nos contó el CIS, y nos lo creímos. Quince días y dos debates televisivos después, y a falta de encuestas, la tendencia sería que el PP se mantiene como primera fuerza, Ciudadanos tira a la baja, el PSOE intenta salvar los muebles y Podemos habría sido capaz de protagonizar la remontada, tanto que el PP, en base a sondeos internos, lo situaba el jueves como posible segunda fuerza. En una campaña con más de un 40% de indecisos y tantos bandazos, donde Albert Rivera se descuelga 48 horas antes de la cita con las urnas con el arriesgado anuncio de que si no gana, se abstendrá en la votación del futuro presidente, Pedro Sánchez juega a ser Pablo Iglesias y le espeta a Rajoy "usted es un indecente", y Podemos muda de piel y anuncia que "llamará al timbre" para "asaltar los cielos", la decisión que hoy tomen las españoles es toda una incógnita. ¿Quién se atreve a hacer una porra cuando el retroceso y el avance de Podemos y Ciudadanos en solo quince días ha sido tan sorprendente y el llamado voto útil ya no se sabe cuál es? ¡El partido morado era cuarto y ha escalado gracias a una campaña sin errores a la segunda posición y el partido naranja que en la pista de despegue disputaba la segunda plaza al PSOE ahora se ha quedado a la zaga y es cuarto! ¿Puede ser que el Partido Socialista, una fuerza con vocación de gobierno desde sus orígenes, sufra tal debacle que se vea orillada a tercera posición? La duda la resolveremos hoy, tras una campaña en la que más curiosidad despertó quién será la segunda fuerza, que la primera, que se da por hecho que será el PP y sin mayoría absoluta.

Los comicios de hoy son además trascendentales. Son unas elecciones en las que los electores eligen no solo la conformación de las Cortes, sino también el alcance del cambio de sistema que arrancó en las elecciones europeas de 2014, tomó fuerzas en las municipales de mayo y en Galicia, tuvo como antecedente las autonómicas de 2012, con la irrupción de AGE, experimento político que inspiró a Pablo Iglesias para alumbrar Podemos. Quizás haya que ir más atrás y regresar al movimiento del 15-M, cuando aún gobernaba Zapatero, para entender lo que hoy está pasando.

La gestión de la crisis económica y la corrupción sellaron una fractura entre los ciudadanos y sus representantes políticos, oportunidad aprovechada por nuevas fuerzas emergentes para hacerse un hueco, que ya no es un hueco, si no un buen trozo de la tarta política. Hoy España decide si da carpetazo al bipartidismo, articulado en los últimos 43 años en torno a PP y PSOE, con el apoyo puntual de los partidos nacionalistas, y apuesta por un sistema político que pivotará sobre cuatro fuerzas estatales con capacidad de ser decisivas en la gobernabilidad de España. Si se consolida el cambio, y de hoy sale un Parlamento más fragmentado que nunca, los políticos empezarán a conjugar el verbo pactar. Será un tiempo interesante y apasionante para quien le guste la política.

La cultura del acuerdo, del consenso, del diálogo, ... habrá de imponerse para cerrar un Gobierno de coalición o fruto de un pacto entre partidos. Seguramente, hoy nos acostaremos sin saber quién será el próximo inquilino de la Moncloa. Sabremos qué partido fue el más votado, qué candidato tiene más opciones de ser investido, pero antes habrá un periodo de incertidumbre y habrá que negociar, concertar, transigir, ceder, capitular, acordar, ... conceptos casi nuevos para nuestros políticos, hasta ahora más acostumbrados a imponer el rodillo de su mayoría absoluta que a tender puentes para alcanzar grandes pactos de Estado. La sombra de unas elecciones anticipadas ya planeó sobre la campaña. Para muchos, si al final hay un Gobierno en minoría, antes de dos años habrá elecciones. Es una hipótesis.

La decisión que hoy tomen los españoles será doblemente trascendental en Galicia. Marcará el futuro de los líderes políticos de la comunidad, con la vista puesta en las elecciones autonómicas de 2016. Que Alberto Núñez Feijóo haya postergado a marzo-abril del próximo año la decisión sobre su futuro no es casual. El dictamen de hoy de las urnas, que medirá la fuerza del PP a nivel estatal, pero también ayudará a calibrar las posibilidades que el PPdeG tiene de repetir absoluta en las elecciones autonómicas, impulsará la decisión definitiva de Feijóo, aunque luego no la haga pública hasta dentro de unos meses. Sabrá si tiene opciones de hacer carrera en Madrid y si en su comunidad se enfrenta a la pérdida del poder, por el agujero que en su electorado le puede hacer Ciudadanos.

El PPdeG que empezó la campaña obviando al partido de Rivera, como si no concurriera en la comunidad, cerró la misma, atacando a Ciudadanos, por unos cabezas de cartel provinciales sin experiencia en política y sin proyecto para Galicia. ¿Por qué? El partido que en las municipales de mayo pasaba por ser su oportunidad para amarrar las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol ya demostró entonces que les robaba votos, que no se traducían a su vez en ediles, pero que le restaban concejales al PP. Hoy puede suceder lo mismo. Los populares dan por hecho que los de Rivera pueden sumar dos diputados, uno por Pontevedra y otro por A Coruña, pero en realidad le quitarían al PPdeG, otros dos más. Uno en Lugo y otro en Ourense, que serían para En Marea. Los populares pierden apoyos en favor de Ciudadanos y el favorecido serían los chicos de las Mareas.

Lo que pase hoy también ayudará a despejar o entorpecer el futuro de José Ramón Gómez Besteiro, que ya no lo tiene fácil, pues no se acaba de librar de la imputación de Pilar de Lara. Si bajo su liderazgo, el PSdeG se ve amenazado o relegado por el empuje de En Marea, que podría conseguir el mismo número de escaños o uno más en el Congreso que los socialistas, según el CIS, se le complicarán sus opciones de ser el candidato a la Xunta. No digamos si el PSOE pierde la segunda plaza a nivel estatal y el partido se abre en canal sumido en una crisis histórica. A los socialistas gallegos se les acaba el tiempo, no pueden exponerse a que Feijóo, aproveche su debilidad, y adelante los comicios, y los pille sin candidato y con un secretario xeral todavía imputado en los juzgados.

Si el día de hoy encumbra a En Marea con opciones de ser alternativa de gobierno al PPdeG, a la coalición de Pablo Iglesias, Xosé Manuel Beiras, Yolanda Díaz y las Mareas le acosa también el calendario. Beiras, con 79 años, está en retirada y no se vislumbra sucesor. Yolanda Díaz se ha ido al Congreso, y ¡qué díficil será explicar el viaje de ida para volver al cabo de unos meses, para quien se ha pasado cuatro años criticando a Feijóo porque se quería ir a Madrid,! Martiño Noriega acaba de llegar a la alcaldía de Santiago, donde aún debe demostrar que no solo es una promesa y que es capaz de gestionar una ciudad, y no solo un pequeño concello como Ames.

El BNG puede enterrar hoy dos décadas de trabajo en las Cortes y profundizar en la espiral de declive que inició a principios de siglo. El drama nacionalista se acrecienta porque se ve superado por quien fue su antiguo líder, Xosé Manuel Beiras. La formación frentista se arriesga hoy a desaparecer del Congreso, pero también a convertirse en residual en O Hórreo, siendo incapaz de formar grupo parlamentario propio.

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