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Camilo José Cela Conde.

Matar al maestro

Dar al Islam, la revista que supone todo lo que los ciudadanos deben leer aparte del Corán, de acuerdo con el criterio del Estado Islámico, ha llamado a los musulmanes para que maten a los profesores franceses teniéndolos por enemigos de Dios. No se equivocan quienes han lanzado el mensaje: los maestros y la educación misma resultan no solo el enemigo sino el arma más eficaz contra ese Dios al que el ISIS, Daesh o como quiera llamarse idólatra. De hecho, la única forma que existe para convencer a alguien de que se inmole llevándose de paso con él (o con ella) a un puñado de infieles es toparse con alguien que carezca de criterio. Y éste solo se adquiere mediante la educación.

El silogismo queda patente en especial con el trato que se da, en materia educativa, a las mujeres en países de credo islámico extremo. Ninguno. Ese agujero negro explica por sí solo por qué razón las mujeres de Arabia Saudita se han tomado con indiferencia la primera oportunidad que se les ha ofrecido para ir a votar. El orden es otro: educación primero, voto después. O, mejor dicho, voto inmediato para que la educación sea universal sin dejar de lado a nadie.

Hace poco asistí a un seminario en el que se planteó la educación como vía más eficaz para que disminuyan las diferencias entre los sectores más prósperos y más miserables de cualquier sociedad occidental (de las emergentes, ni hablemos). Uno de los que estaban en la sala despreció la necesidad de un Pacto de Estado en España para lograr una ley de educación que quede amparada frente a los cambios políticos. Habría sido bueno llegar hasta el fondo de ese rechazo que a ciencia cierta que está a años luz de lo que se propone hacer el Estado Islámico. Pero cualquier batalla que quepa dar en favor de la educación, por pequeña que sea, es importante.

La batalla o, si se quiere, la guerra contra el Estado Islámico se libra ya en Europa incluso en los términos exactos que apunta Dar al Islam. Ha sido un engaño el supuesto apuñalamiento de un profesor en París pero pronto o tarde algún fanático intentará matar al maestro. Los buenismos se han vuelto de golpe peligrosos, en particular cuando no se entiende el diagnóstico del enfrentamiento que es lo que les sucede a los buenistas que no son, además, tontos.

Daesh quiere matar a los profesores porque sabe que si no lo consigue, se estanca la fuerza de la guerra santa. Conseguirá matar alguno, por supuesto, porque no hay nada más fácil que extender la barbarie. Pero mientras no logre terminar con todos los profesores, con la idea misma de lo que es la educación, la muerte y el dolor les servirán de poco. Puede que no seamos todos Charlie Hebdo pero a ciencia cierta que sí somos antiguos alumnos del parvulario, del instituto, de la universidad. Somos los siguientes de la lista si los maestros se les acaban. Y ya va siendo hora de releer los versos de Bertolt Brecht antes de que sea del todo tarde.

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