Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cien lÍneas

Alerta

Como una maldición. Se diría que en España no se pueden celebrar elecciones generales sin atentados. Kabul no es Madrid pero sí eran españoles los dos policías asesinados y sí es territorio nacional la embajada. Una maldición con ecos indeseables en la torpeza endémica de los Gobiernos conservadores, saliendo al paso con precipitación y, después, venga contradicciones.

Con todo, las peores reverberaciones proceden de los oportunistas. Han saltado sin vergüenza ninguna como en su día contra Aznar tras unos crímenes sobre los que seguimos sin saber nada de nada. Solo una cifra de espanto: 193 asesinados en Madrid tres días antes de las urnas.

La torpeza gubernamental se vuelve benigna en comparación con la maldad de quienes explotan las tragedias. Mejor no pensar en la que se puede armar si de aquí al próximo domingo ocurre algo terrible no ya a 6.800 kilómetros sino entre nosotros.

Unas elecciones en función del terror no son tal. No cuentan unas votaciones que, como ya ha ocurrido, son resultado del pánico o, peor aún, de las mentiras y las manipulaciones del miedo común.

Ayer, en reducida escala, volvimos a ver cómo se utilizaba el dolor general contra el Gobierno como jamás ocurriría, por ejemplo, en Francia o en EE UU que a los ejemplos me remito.

El todopoderoso agitprop progre se reveló en su día como el mayor problema de nuestra democracia. No podemos estar a merced de los asesinos y de quienes medran hipócritamente con el horror.

Compartir el artículo

stats