Para gobernar en España después del próximo día 20 habrá que pactar, por activa o por pasiva; es decir, siendo parte del poder o simplemente facilitando que una o varias fuerzas lo ostenten.

Esta es sin duda la gran incógnita a despejar. El debate a cuatro del pasado lunes no aclaró nada. Todos ocultaron sus cartas. Porque todos van a ganar, dicen. Pero aunque así fuera unos y otros tendrán sus preferencias.

Entonces, ¿no sería más consecuente que los ciudadanos supieran a qué atenerse respectos a los posible acuerdos entre partidos a la hora depositar su voto en la urna? Por supuesto que si una persona apoya a una determinada formación es porque quiere que ésta sea la que gobierne. Pero, y este es el caso que nos ocupa, cuando se sabe con prácticamente total seguridad que ninguna opción va a lograr mayoría absoluta, no estaría de más conocer hasta dónde está dispuesto a llegar cada partido en su estrategia de alianzas.

Sin embargo, lo que están haciendo las cuatro organizaciones con opciones teóricas (según las encuestas) de presidir el Gobierno de España, PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos (éste es el orden que pronostican, de media, los estudios demoscópicos) es evitar a toda costa un pronunciamiento sobre lo que van a hacer tras el 20-D. Nada, ni una pista: el objetivo por parte de todos es captar votos de dónde sea, no desdeñar ninguna opción, por complicada o rara que pueda parecer.

Pero es que, incluso, en el debate televisivo del lunes el líder de Podemos, Pablo Iglesias, echó en cara al de la otra fuerza emergente, Albert Rivera, de Ciudadanos, que hubiera facilitado la gobernabilidad de Andalucía al PSOE y de la comunidad de Madrid al PP.

Por lo que se ve, todo le vale al partido morado a la hora de descalificar la política de pactos de la formación naranja. Eso sí, para nada habló Iglesias de, por ejemplo, el caso del Ayuntamiento de Madrid. ¿Qué diferencias hay entre unos respaldos y otros?

Es una pena que los partidos no sean más claros a la hora de adelantar sus planes para después del 20-D.

Por supuesto que todos salen a ganar, ¡faltaría más!, pero también son conscientes de que pueden perder. Eso es lo que se les pide: que den información a sus potenciales electores de qué van a hacer para facilitar la gobernabilidad del país si es que salen derrotados o si no van a hacer nada dado el irrespirable aire de corrupción que consideran que se respira por culpa de los partidos tradicionales.