Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arte

Manolo de la Marina

¿Quién es, o mejor dicho quién fue Manolo de la Marina?. Manuel Sumavielle Martínez, alias Manolo de la Marina, nació el 24 de agosto de 1947 en la calle Colón y falleció hace ya casi un año. Estadísticamente, el apellido Sumavielle representa el 0,032 por mil de los registrados en España, por lo ya tenía algo de especial. Del padre se sabe poco, que tan sólo era un tipiño de escaso porte, más o menos bien arreglado y que no se metía con nadie. De la madre, la cosa cambia: "La Marina", que así se le llamaba, ejercía el oficio de Palanganera en la calle Villar, es decir, que era la encargada de llevar la palangana de agua caliente a la habitación en la que había concluido con éxito el acto de goce carnal y con el fin de que los amantes higienizaran sus partes pudendas, al grito de ¡Auga ao oito?!, o al número de la habitación que correspondiera, que profería la meretriz de turno.

Aunque parezca extraño, hay que recordar que hasta bien entrados los años 70 del pasado siglo muchos de los barrios de la periferia ourensana carecían del servicio de agua y alcantarillado y que veinte años antes el agua corriente y el inodoro en muchos de los pisos antiguos brillaba por su ausencia. Por lo que para estos menesteres de la profesión se recurría a calentar el agua en una cocina de leña situada generalmente en la planta baja del lupanar que era en donde las "palanganeras" esperaban la orden que la "dama de compañía", una vez acabado el servicio, solicitaba.

También hay que tener en cuenta que muchas veces el agua sucia, resultado de la limpieza de "armas" era vertida directamente a la calle a la voz de "agua vaaaaaaaa....!", por lo que si el transeúnte no andaba fino de oído corría el riesgo de regresar a su casa bien regado de "miasmas y ladillas nadadoras". La Marina se hizo amiga y se llegó a casar con el famoso Pepiño, un tullido que tenía su puesto fijo en la puerta de las Josefinas, y que puntalmente un chico alto de pelo rizo lo plantaba todas las mañanas. Mientras estuvo casada con él, O Pepiño estaba limpio, bien cuidado y olía a Nenuco. Cuando O Pepiño murió, La Marina sufrió la decepción al comprobar que el piso que o Pepiño tenía en "a Canella Cega" y que pretendía heredar, ya se lo había adjudicado éste al chico que lo había cuidado antes de casarse, por lo que de repente se volvió a ver en la calle compuesta y sin can que le ladrase. Más tarde, en el año 1982 aún se encontraba internada en una de las residencias de Benigno Moure, y a partir de ahí se le perdió la pista.

Hecha esta breve entrada del quehacer de los progenitores de Manolo de La Marina, hay que señalar que a pesar de existir tan malas compañías por aquellos lares, se cohabitaba con la presencia de almas caritativas como la Mamá Obdulia. Obdulia Díaz (la señora Obdulia), viuda con tres hijos y sin ingresos, ejerció su labor humanitaria en el calamitoso Ourense de la posguerra, que sacando fuerzas de flaqueza, crió y sacó adelante a lo largo de varias décadas a más de 200 niños, hijos de prostitutas del barrio. Más tarde su hija Lola colaboró en su labor humanitaria. Una escultura situada en la praza de Saco y Arce nos recuerda a Obdulia y Lola como memoria a éstas dos mujeres que criaron a los niños sin recursos del barrio chino de la ciudad de As Burgas haciendo de abuela y madre de niños propios y ajenos.

Manolo de la Marina era de natural rebelde y le gustaba ir por libre, no era malo, era inconformista y rehusaba el enfrentamiento ante cualquier discusión. Esta circunstancia de su carácter provocó que su madre "La Marina" lo internara en un centro tutelar de menores. En este centro aprendió el oficio de linotipia, y al parecer lo hacía muy bien. Cuando salió se puso a trabajar en una imprenta de la calle Colón, muy cerca de su casa, pero sólo fue un par de días, su carácter le impedía relacionarse normalmente con los de alrededor y esto poco a poco le fue aislando hasta consolidarse como un espíritu solitario, alejado cada vez más de la realidad. En un principio, allá entre el 1965 y 1968, aún se relacionaba con sus amigos de la rúa da Barrera, en la que se encontraba su amigo Odilo Piñeiro Lloves, Paco del Orellas, Rafa, Manolo del bar Cervantes, Manolo peluquero, "Pachin" el fontanero y el Padre Silva, poco antes de fundar al lado de las Josefinas el primer asentamiento de La Ciudad de los Muchachos. Siempre fue un personaje muy querido por todos, porque nunca quería faltar a nadie. Hace un par de años, estando en compañía de César Prada, lo encontramos en la praza do Ferro y no pude resistirme a hacerle una última foto, en la que me inspiré para preparar el dibujo de este relato en su honor.

A partir de entonces fue todo cuesta abajo, una vida plagada de miserias y desencuentros, deambulando de un lado para otro a la búsqueda del plato de comida caliente que su amigo Paco del "Orellas" le tenía siempre preparado o de su sempiterno amigo Odilo que estuvo acompañándolo en sus últimos días de este inmenso valle de lágrimas.

Toñito Patata

Días atrás, he recibido la queja telefónica de supuestamente algún familiar de Toñito Patata que muy dolido e indignado me comentaba que: "Toñito Patata no había sido enterrado vivo y que no era cataléptico, sino epiléptico." ? y que debía rectificar tal afirmación.

Antes de entrar en cuestión, quiero aclarar que mis artículos son fruto de una intensa investigación y estudio en profundidad sobre el tema que desarrollo, y que en ningún momento doy por afirmado nada de lo que no haya vivido, presenciado o cotejado con total minuciosidad personalmente, siempre incidiendo en el lado positivo del personaje al que me refiero o describo y nunca jamás rememorando algún aspecto negativo del mismo.

En el caso que alude el supuesto familiar de Toñito Patata acerca del comentario que nos ocupa tengo que decir lo siguiente: la epilepsia es una enfermedad del sistema nervioso, debida a la aparición de actividad eléctrica anormal en la corteza cerebral, que provoca ataques repentinos caracterizados por convulsiones violentas y pérdida del conocimiento.

La catalepsia es un trastorno nervioso repentino también conocido como "muerte aparente" que se caracteriza por la inmovilidad y rigidez del cuerpo y la pérdida de la sensibilidad y de la capacidad de contraer los músculos voluntariamente. Su estado se puede presentar por minutos, horas o varios días en los casos extremos. No es una enfermedad en sí misma, pero sí el resultado de trastornos como el mal de parkinson, la epilepsia, o el curso de diferentes psicosis, como la esquizofrenia. En la actualidad se tiene en cuenta su existencia antes de diagnosticar un fallecimiento, y a todo muerto sospechoso se lo somete a un electroencefalograma, "algo que no ocurría en un pasado no tan lejano", lo que ha llevado a que muchas personas hayan sido literalmente enterradas vivas.

Como he anteriormente expuesto, la epilepsia es una enfermedad y la catalepsia es un trastorno producido por una enfermedad, no una enfermedad en sí misma. Por lo tanto Toñito Patata era epiléptico y pudo sufrir un estado de catalepsia.

Para corroborar el relato de que sí Toñito Patata sufrió el citado trastorno de catalepsia, me he documentado en fuentes de rigor y criterio, concretamente en el Blog http://asuvasnasolaina.blogspot.com.es/.

As uvas da Solaina, Na vella Auria un recuncho para a reflexión, o lecer e o pensamento. Unha fiestra aberta ao mundo dende aquela vella sentenza de don Vicente Risco: "Ser diferente é ser existente". A la sazón de un comentario hecho por Selina, el lunes 12 de enero de 2009 al artículo publicado en La Región el 10 de enero de 2009 por Marcos Valcárcel en el espacio "O ollo cuadrado" de Alfonso Vázquez Monxardín.

Es por lo que, pasados más de 6 años de la publicación de este artículo, sin ningún desmentido de nadie acerca del mismo, di por cierta la afirmación que en tal comentario hacía el enterrador del cementerio al afirmar?. Lembro mil historias de afogados que rescataba Toñito Patata (por certo era cataléptico e enterárono vivo. Contounolo o enterrador, cando andabamos de románticos polo cemiterio).

Creo que corresponde preguntárselo de nuevo al enterrador, si después de tanto tiempo ? aún vive.

Compartir el artículo

stats