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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Carlos García, pionero de la gastroenterología pediátrica

Hoy quiero hablarles de un hombre bueno, tan bueno, que los de mi entorno personal y profesional me han escuchado, una y otra vez, que solo tiene un defecto, ser excesivamente bueno. Responde al nombre de Carlos García Rodríguez y es un pediatra inteligente, formado, sólido, riguroso, honorable, ético, educado, trabajador y eficiente. Tal combinación de capacidades y virtudes podrían configurarle como un petulante, hinchado, arrogante y vanidoso, un "pavo real", especie común -reconózcase o no- dentro de las instituciones sanitarias. Pero, nada más lejos. Es sencillo, recatado, austero, disciplinado y desprendido. Y es todo eso hasta con los que le deben, le afrentan, o tratan de desacreditarlo. Indefectiblemente, su nombre, sus virtudes y mi reconocimiento público -que lo es también de sus colegas y de cientos de niños por él atendidos y sus familias- están unidos al de su hermano, el llorado y no olvidado pediatra José Luis García Rodríguez (Faro de Vigo, 01.06.2014).

Cuando hace 50 años el que les escribe inició el ejercicio de la Pediatría, la acreditación no implicaba necesariamente una formación previa. No existían requisitos legales ni médicos en relación al adiestramiento y reconocimiento de la capacidad de los especialistas. Cualquier médico podía ejercer la especialidad que decidiese. Lo único que tenía que hacer era apuntarse en el Colegio de Médicos, en una o varias especialidades, y anunciarse como cirujano, internista o pediatra según fuese su capricho. Algunos seguíamos los programas de las llamadas Escuelas Profesionales de la Universidad. Unos y otros obteníamos el correspondiente título o títulos diversos, incluso dispares, después de dos años. Podría afirmarse, sin exageraciones, que las credenciales eran expedidas en Ourense por La Belga y Unión Cristalera, que en esa época elaboraba los letreros de nuestras consultas. En el año 1978 se implantaría el sistema MIR, programa de formación progresiva y tutelada en centros debidamente acreditados. Pero no era suficiente. El desarrollo de la Pediatría exigía las subespecialidades y nació el título de "Especialista en Pediatría y sus Áreas Específicas". Más tarde, en 2003, se crearon las "Áreas de Capacitación Específicas", con carácter oficial y validez en todo el Estado, que expediría el Ministerio de Sanidad y Consumo. Su desarrollo y reconocimiento aún hoy no se ha completado. En cualquier caso, desde los inicios de los años 70, son indudables la existencia y desenvolvimiento creciente de áreas de dedicación pediátrica, hasta un total actual de veinticuatro. En los inicios del sistema MIR, Carlos García accedió mediante pruebas selectivas para su formación en Pediatría, y seleccionó la Unidad Docente del Departamento de Pediatría del Hospital Materno-Infantil "Infanta Elena" que yo dirigía como jefe de departamento. Superaría y acreditaría su capacitación pediátrica en 1981 y, ese mismo año, obtuvo mediante concurso-oposición una plaza de en Atención Primaria. Mas su vocación era la pediatría hospitalaria, por lo que se examinó de nuevo en 1983 y revalidó mediante el mismo sistema, el cargo de médico adjunto en el departamento pediátrico ourensano, donde desarrolló toda su carrera profesional hasta la actualidad. Hablamos entonces de 35 años como pediatra, de los cuales 32 se los ha dedicado, en cuerpo y alma, al hospital ourensano. Una de las subespecialidades imprescindibles era la Gastroenterologia Pediátrica, cuyo primer congreso se celebró en Sevilla en 1976, bajo la presidencia de Carlos Vázquez González; si bien eran excepcionales los hospitales españoles que contaban con ella. En Galicia ninguno tenía esta unidad, pues no se podía llamar tal si no contaba con el utillaje y las técnicas de instrumentación endoscópica y otras relacionadas que le eran propias e imperativas. Hasta donde era posible, tal metodología era practicada en niños por cirujanos generales, o simplemente no se hacía. Le pedí a Carlos García que asumiese la subespecialidad de la unidad de digestivo pediátrico, pero para ello era necesario que se formase en la misma. Aceptó el reto y, con un sacrificio personal y familiar inmenso, se ausentó de Ourense durante un largo periodo y permaneció en el Hospital Infantil San Juan de Dios de Barcelona -la primera y, en realidad, única escuela existente en ese momento-, en la que bajo la tutela del doctor Vicente Varea Calderón, adquirió los conocimientos y el adiestramiento necesarios. A su regreso, puso en marcha en nuestro flamante Hospital Materno Infantil "Infanta Elena", la primera Unidad de Gastroenterologia, Hepatología y Nutrición Pediátricas de Galicia, que no solamente prestó servicio a los niños de Ourense, sino también a todos los del área de influencia de Vigo y Pontevedra y muchos del área de Santiago. El propio García se desplazaba a estos hospitales cuando el estado de los pacientes lo exigía. Eran mejores tiempos para la medicina pediátrica ourensana en los que, por ejemplo, los niños quirúrgicos de Vigo venían a operarse a Ourense y no a la inversa. Y no eran estas las únicas subespecialidades por las que se desplazaban. Todo ello supuso un esfuerzo y compromiso enorme para Carlos García, que superó cada día.

Pero Carlos no se quedaría ahí, como lamentablemente hacen muchos. Continuaría preocupándose por la actualización de su formación en otros hospitales, acudiendo repetidamente a cursos de perfeccionamiento y a los foros científicos nacionales e internacionales para conseguirlo. También aportó sus propios trabajos, fruto de investigaciones clínicas que ha continuado hasta la actualidad. Se trata de más de dos centenares de publicaciones y comunicaciones, bastantes de ellas en las revistas que hoy llamamos "de impacto". He tenido la fortuna de ser testigo o coautor de alguna de ellas. Valgan algunos ejemplos. Entre 1977 y 1979 se constató en Ourense un alarmante incremento de ictericias neonatales que durante varios meses tuvo un verdadero carácter epidémico. García investigó la situación y demostró su relación con los detergentes empleados en la limpieza y la acción icterogénica de medicamentos y líquidos utilizados en la inducción del parto. El trabajo constituiría su tesina de licenciatura, con la que obtendría la máxima calificación. En 1983, junto a su hermano José Luis, estudió la epidemia de infección meningocócica, por lo que recibió el Premio Cabaleiro Goas. En los años siguientes, elaboró trabajos sobre fibroendoscopia en las UCI pediátricas; sobre la ingestión de productos cáusticos o cuerpos extraños en cerca de 2.000 niños; sobre las inmunodeficiencias en los trastornos digestivos y sobre el raquitismo carencial. Asimismo investigó la enfermedad celiaca durante más de treinta años. Estudió más de un centenar de hemorragias digestivas y analizó el reflujo gastroesofágico en la patología respiratoria. También estudiaría la desnutrición intrauterina en Galicia, trabajo por el que se le otorgó en 1984 el Premio Extraordinario Suárez Perdiguero. Tampoco faltaron en su producción científica casos excepcionales como la epidermolisis bullosa, el trichobezoar, la duplicación gástrica, resolución endoscópica del vólvulo gástrico y un larguísimo etcétera. Fue tema recurrente de sus publicaciones las helicobacteriosis, que llevó a reuniones internacionales y constituiría la memoria de la que habría de ser su tesis doctoral, ya en fase avanzada, y que le animaremos a que presente. Es algo que tiene pendiente.

Con la generosidad que le caracteriza, trasladó sus conocimientos como docente en diferentes instituciones. Fue profesor de diferentes asignaturas pediátricas en la Escuela Universitaria de Enfermería de Vigo (Campus de Ourense), desde 1997 hasta 2010. Tutor de residentes de Pediatría en la Unidad Docente MIR del Departamento ourensano. Colaborador docente de la Universidad de Santiago de Compostela. Y profesor de la Escuela Departamental de Puericultura de Galicia, desde 1991 a 2008.

Estuvo presente en varias y reconocidas asociaciones Científicas y Profesionales participando con entrega como miembro numerario de la Sociedad de Pediatría de Galicia, de la Asociación Española de Pediatría, de la Sociedades Gallega y Española de Gastroenterología Pediátrica -de las que también es fundador-, de la Junta Directiva de Academia Médico Quirúrgica de Ourense (desde 2003 a 2011) y de la Junta Directiva de la Sociedad de Pediatría de Galicia (desde 2005 a 2013).

En todas sus responsabilidades ejerció un meritorio trabajo, "a la manera de los García", en silencio, sin aspavientos, pero con eficacia indudable. El que les escribe lo sabe muy bien porque tuvo la inmensa suerte de contar, en calidad de responsable de la Pediatría ourensana durante 35 años, con José Luis y Carlos García, cuyas competencias, certidumbre y fidelidad estuvieron probadas por los hechos de cada día, sin latencias ni paréntesis. Mas Carlos no fue bueno solo conmigo. Lo fue con todos sus compañeros, a los que enseñó cuanto sabía y animó en su formación, sin rigidices, y con esa fina ironía que anima y encumbra al que recibe la enseñanza.

Lamentablemente este mes de diciembre, justamente el día 26, le caerá la jubilación "decretada" en plenitud física e intelectual. ¡Qué grave error prescindir cinco años antes de los mejores y los que más experiencia tienen! No hay otra razón que un falso criterio de ahorro. Mas puedes marcharte tranquilo, Carlos. Te vas con los deberes hechos y bien hechos. Lo que dejas tras de ti, por bueno, permanece y trascenderá.

Y acabo con una referencia personal y familiar. Carlos García nació en Ourense el 26.12.1950, fue el sexto hijo de siete hermanos, en el seno de una acreditada y querida familia ourensana formada por el que fue largos años interventor de Hacienda en nuestra provincia, Aurelio y su esposa Rita.

Tengo la certeza de que es un hombre feliz por tres razones fundamentales. Ha constituido una familia modélica con Beatriz Magán Fouces (Beti), su substancial e irremplazable mujer, con la que ha tenido cuatro hijos: Beatriz (filóloga de lengua inglesa), Belén (filóloga de lengua española), Carlos (el pediatra imprescindible que le dará continuidad) y Marta (licenciada en dirección de empresas).

Tiene amigos de verdad que reconocemos su enorme bondad. Y tiene la entrega y el agradecimiento de cientos de niños y sus familias, a los que ha tratado con acierto. Eres un hombre bueno, en una familia de buenos. Salud y suerte.

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