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Un mundo dos grados más cálido

Cumbre del Clima de París. Se celebra cincuenta años después de que las naves Soyuz y Apolo asaltaran el espacio exterior a la atmósfera iniciando, allá arriba, la vigilancia del cosmos, las mediciones por satélite, o la foto del mapa del tiempo. Aquí abajo, mediados los sesenta, aún se atendía a las ciudades rotas por las guerras, y el clima era un detalle más de la vida. Pero ahora, el clima está en la cumbre, en el cenit del miedo humano. ¿Cómo se llegó hasta aquí? Y, aún mejor ¿Qué va a salir de aquí? Algo se puede hilvanar.

1. El medio urbano. Hábitat 67, en la expo de Montreal, dio una señal vehemente de lo que se avecinaba: un montículo de viviendas apiladas, envueltas en cajas de hormigón prefabricado. Arquitectura de vanguardia (del primer mundo) cuya imagen remite a los fastidiosos cerros de favelas (del tercer mundo). Mejor hacerse a la idea: en el futuro habría que vivir muy, pero que muy, apretujados. Leonard Cohen gravará en este montículo del Hábitat el videoclip de "in my secret life". Una sacudida desde el núcleo del yo, inmerso en un mundo masificado.

2. El medio humano. Estocolmo 72. Conferencia de la ONU sobre el Medio Humano. La ciudad anfitriona encarna el estado del bienestar, el urbanismo de rostro humano. Sus centros suburbanos son un laboratorio; Wällinby triunfa en las escuelas de arquitectura y Skärholmen, experimenta el fenómeno incipiente de la inmigración. La declaración de principios de la Conferencia, plan de acción, recomendaciones y resolución elevaban el ideal europeo al rango de valor universal. Hoy en día, la sombra del asesinato de Olof Palme, su gran artífice, pesa como una revelación.

3. El medio ambiente. Protocolo de Kioto 97 sobre el cambio climático. Si en Estocolmo se ambicionaba un orden, aquí, y a partir de aquí, se apunta a ejercer de bomberos, a acuerdos para reducir la emisión de gases efecto invernadero. Simple auscultar periódicamente el desequilibrio medioambiental. Dice Steven Holl, "En la ciudad japonesa de Kioto, la fuerza poética de su arquitectura de papel y madera puede ser tan convincente como la arquitectura de mampostería de Ronchamp o de Roma". Tan convincente es la fragilidad como la solidez, pero corta el aliento que el hilo del planeta Tierra penda de una decantación entre estas dos fuerzas heroicas.

4. El medio de vida. Estos días, Naciones Unidas alerta que en los próximos meses, en Etiopía, quince millones de personas necesitarán ayuda urgente como consecuencia de la mayor sequía de los últimos 30 años. De hace un año data un extenso y documentado estudio de especialistas de las universidades de California y Columbia, con un título significativo: "Cambio climático en el Creciente Fértil e implicaciones de la reciente sequía Siria". Efectos explícitos del calentamiento en curso. La prueba viva, sin malentendidos. Una cuestión de medios: poder vivir o no vivir.

Ya así las cosas, tan "in extremis", en estado de emergencia, solo cabe esperar que la Cumbre de París sea un éxito, se aplaudan acuerdos vinculantes para los Gobiernos y en los próximos años, con coraje y fortuna, podamos asistir a una reducción relevante de las emisiones de gases efecto invernadero. No obstante, ello no significa, en absoluto, la resolución del problema sino la acotación de su grave enunciado. A saber, la inercia del calentamiento del Planeta es ya una ola inexorable. Es decir, a estas alturas, no queda más remedio que dar por bueno: un mundo dos grados más cálido.

Adaptación. Es la alternativa única, la contraprueba que subyace y la consigna implícita que se trasparenta tras los posibles acuerdos. Amín Maalouf plantea en "El desajuste del mundo", que "lo sensato sería prepararse ya desde ahora mismo para las peores eventualidades". La arquitectura y la urbanística guardan aquí el tesoro de un mensaje de esperanza. Su historia es la plasmación del éxito en reajustar desequilibrios. Puede ser una tarea perfectamente abordable el reinventar una nueva armonía para el medio urbano, humano y ambiental, al medio de vida.

Pero, una y otra vez, hay una amenaza que trasciende al clima, la que dice: es inútil, no podrá haber recursos ni medios para todos, y maquillada así la inocencia, el axioma sería salvaguardar a unos elegidos. Tales ideas agotan su recorrido, pero es imprescindible refutarlas. Poner los puntos sobre las íes, pues es justo al revés: sí, es posible mantener, para todos, un mundo dos grados más cálido (o incluso sobrepasar). Lo que sí exige ese objetivo es cambiar las premisas actuales de un mundo desequilibrado, más por la injusticia que por el clima.

Nada se conseguirá bajo el huracán despiadado de una desigualdad insoportable. Y, (ya que hablamos de cambio climático) nada tendría de fantasioso conseguir que esos vientos cambien de dirección.

*Arquitecto

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