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Xabier Fole

el correo americano

Xabier Fole

Mentiras

Cuando Christopher Hitchens se mudó, en 1982, a Washington DC, el veterano reportero I.F. Stone le dio algunos consejos sobre cómo ejercer el periodismo en la ciudad: "No vayas a las ruedas de prensa. No comas con gente poderosa. Acude a los archivos, porque el gobierno no siempre se miente a sí mismo. Y dedícale unos minutos a la lectura del Washington Post. Es un gran periódico. Nunca sabes en qué página puedes encontrar una noticia de portada". Sugerencias necesarias para tiempos concretos, en los que el concepto de veracidad se discutía menos que ahora. Hubiera sido provechoso conocer la opinión de Stone -quien fundó su propio boletín informativo para no verse presionado por las grandes corporaciones- acerca de las dificultades que tienen los ciudadanos del presente para identificar la falsedad, ya que los hechos han adquirido en la actualidad una irrelevancia insólita. En nuestros días interesantes todo parece matizable, y los datos, elementos decorativos de mentiras elegantes, se usan erróneamente sin demasiadas consecuencias. Nos referimos concretamente a los candidatos republicanos, quienes están obligando a los cronistas a escribir ensayos divulgativos sobre el azaroso arte del engaño.

Fueron las declaraciones de Donald Trump, realizadas en un mitin celebrado en Alabama, lo que dio pie a este nuevo tipo de texto aclaratorio que consiste en establecer las diferencias entre la invención deliberada y la equivocación involuntaria. El candidato republicano, envuelto en la efervescencia de sus acólitos, afirmó: "Yo vi derrumbarse al World Trade Center. Y vi a miles de musulmanes, en Jersey City, celebrarlo mientras se derrumbaba". Al día siguiente, George Stephanopoulos, presentador del programa This Week, emitido en la cadena ABC News, le recordó a Trump que "la policía dice que eso no ocurrió", pero el aspirante a conseguir la nominación del Partido Republicano siguió insistiendo en que esas espontáneas manifestaciones de felicidad se produjeron y, además, "fueron retransmitidas por televisión". PolitiFact, web especializada en la verificación de datos ganadora del Premio Pulitzer, publicó un artículo donde se demostraba que las aseveraciones carecían de fundamento. Después de efectuar una investigación exhaustiva sobre la cobertura mediática (televisión y periódicos) desarrollada por aquellas fechas, los fact-checkers no encontraron ninguna evidencia audiovisual de los mencionados acontecimientos. Por lo tanto, esas afirmaciones -aseguraban los redactores en su informe- "desafían la lógica básica".

Sin embargo, de acuerdo con algunos exégetas especializados en información, al desconocer la intencionalidad del orador, no podemos calificar su declaración como una mentira sin caer en una inexactitud. Traicionado por la complejidad de la memoria, uno puede creer haber visto muchas cosas que no ocurrieron en realidad, al menos no de la manera en que estas últimas son recordadas. Confusión y exageración generan sucesos manipulados. "Decir que Trump está mintiendo porque sus palabras no se ajustan a los hechos es emitir un juicio de intenciones peligroso", escribió Fred Barbash en el Post. El aspecto numérico del asunto complica todavía más nuestro dilema: se precisa de una gran dedicación, así como de una vista de lince, para contar más de 999 personas (todas ellas musulmanas, sin excepción) concentradas en un sitio indeterminado de Jersey City a través de un televisor. A raíz de los comentarios del candidato, como señala Barbash, muchos de sus defensores ("que son legión") se apresuraron a ratificarle, asegurando que ellos mismos habían visto unos eventos de iguales características, aunque de menor escala, que tuvieron lugar en diferentes zonas del estado de Nueva Jersey. Supongamos entonces que esa hipotética manifestación, sobre la cual poseemos pruebas irrefutables de que nunca se produjo, termine por sumergirse en el imaginario colectivo. Reflexionemos de nuevo sobre la mentira y su definición. Recordemos las armas de destrucción masiva.

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