Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Director del Centro de Estudios de Seguridad de la Universidad de Santiago

El escenario postatentados de París

Los atentados del pasado viernes 13, en la capital francesa, han sido de una especial gravedad, entre otras cosas porque han denotado un cambio táctico en las actuaciones del DAESH. En efecto, ante las derrotas militares en Siria e Irak, semeja que ahora intenta luchar contras sus enemigos lejanos para preservar su reputación y mantener el imaginario que les permite reclutar jóvenes radicales suníes. Para ello el DAESH ha reforzado en el exterior sus capacidades operativas: la cédula terrorista de París no estaba integrada por lobos solitarios sino que respondía a una planificación y coordinación propia de una estructura organizativa, con unos apoyos logísticos y de comunicaciones detrás. Por eso hemos tildado esta acción de ataque profesional. La base territorial de este grupo terrorista es per se un salto cualitativo respecto de otros fenómenos, como el de Al-Qaeda.

Así las cosas, se hace necesario avanzar en las acciones y políticas públicas a acometer en el nueva escenario que abrieron esos atentados, con la intención de mantener nuestra capacidad de protección y de respuesta en el ámbito de la seguridad. No nos olvidemos de que sin seguridad no se pueden ejercer realmente nuestras libertades. Es un asunto de primera magnitud lograr el adecuado equilibrio entre seguridad y libertad en nuestras sociedades, un equilibrio que satisfaga el interés general en el contexto espacio-temporal en el que tiene que realizarse.

De este modo, en primer lugar, hay que reclamar que los actores internacionales asuman de forma decidida que el objetivo prioritario debe ser derrotar al denominado Estado Islámico. Hasta el momento diversas potencias tenían como preferente derrocar a Al-Asad, dejando la lucha contra el DAESH en un segundo plano. Ahora resulta imprescindible cambiar ese aspecto de la estrategia, incluso asumiendo la necesidad de mantener al presidente sirio temporalmente.

También se hace preciso avanzar en la cooperación de las agencias de inteligencia. En nuestro entorno, está claro que las distintas agencias tienen intereses comunes, las idiosincrasias diferentes no pueden ser un obstáculo insalvable para esta cooperación. Los puntuales intercambios de información se han mostrado insuficientes; es imprescindible dar pasos decididos en esta idea de la verdadera cooperación y colaboración institucionalizada.

De igual forma, resulta urgente cortar la financiación del DAESH. Se trata de una organización terrorista con muy relevantes recursos económicos, extraídos de fuentes varias, que van desde el petróleo hasta las tasas internas que cobran en las zonas que controlan, y que pasan por el tráfico de personas y de obras de arte, y por la esclavitud. Un verdadero emporio multinacional que se nos muestra intolerable. Hay que cortar de raíz la hipocresía de algunos que en la sociedad internacional ayudan a esta financiación del terror, aunque sea, por supuesto, de manera extraoficial. Estoy pensando en los casos de Arabia Saudita o Turquía.

Conviene, asimismo, intensificar los estudios de los fenómenos y de los vectores de radicalización, que van más allá de la tradicional pobreza y exclusión social para recaer en el uso de medios digitales y en la clandestinidad de las "mezquitas" de garaje. La lucha contra esta radicalización también pasa por intensificar las labores de inteligencia. A ello se asocia la acción contra las redes que conectan estados de origen, destino y tránsito, por las cuales se mueven los terroristas reclutados. Esto todo está asociado a lo que Naciones Unidas ha defendido con palmaria claridad, como en la Resolución 2178 del Consejo de Seguridad, de 24 de septiembre de 2014.

En fin, este esbozo de ideas, que creemos que deben llevarse a la práctica, significa que habrá que incrementar ciertas partidas presupuestarias. La búsqueda de ese adecuado equilibrio entre seguridad y libertad, del que hablábamos antes, reclama a veces algún esfuerzo económico adicional, que puede ser reversible en el futuro. No olvidemos que el mencionado equilibrio es mudable, y va adaptándose a las circunstancias que van surgiendo.

No cabe otra opción en el actual contexto de riesgos y amenazas múltiples: debemos reaccionar con prontitud y decisión para salvaguardar la calidad de nuestra democracia. Tenemos que seguir sofisticando la capacidad de análisis e investigación en el marco del avanzado estado de derecho del que se ha proveído el mundo occidental. Y conjurarnos con determinación para acabar con la plaga del terrorismo islamista, que no tiene, recordémoslo y no nos engañemos, verdaderas causas que lo justifiquen al margen de su propia intolerancia y desprecio por quien no acepta sus radicales ideas.

Compartir el artículo

stats