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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los cínicos

Pues la verdad es que, por más que la política haya aportado en estos años casos bastantes como para blindar a cualquiera contra el asombro, de vez en cuando surgen excepciones. Confirman la regla, por supuesto, pero a la vez llevan el cinismo propio de ese oficio hasta niveles muy difíciles de rebasar en otros de los que se practican en un Reino en el que, como éste, abunda en pícaros, sean ciegos, lazarillos o ambos a la vez.

El último ejemplo, por ahora, se refiere al episodio narrado por este periódico sobre el encuentro en Bruselas entre el eurodiputado del PSOE José Blanco y miembros de una asociación de víctimas de Angrois. En su transcurso, el que fuera ministro de Fomento -y por tanto primer responsable político del transporte ferroviario- admitió no haber conocido la ausencia de elementos obligados de seguridad en la línea hasta después de la tragedia.

La confesión, porque eso es lo que ha sido, contrasta con el dato según el cual los socialistas estuvieron entre los más duros críticos del equipo directivo de Adif, incluso contra la evidencia de que no eran los que dirigían esa Administración cuando se construyó el tramo. Quizá el cinismo de acusar a otros sólo buscaba lograr que se olvidasen los hechos, pero eso, si fue así, no sólo no atenúa -y menos aún exculpa-, sino que agrava.

Item más. La picaresca que implica el insistir en la ignorancia de algo que, por obligación política y por sentido común, tendría que conocer, define aún más, y no precisamente en positivo, el perfil de un responsable que o sólo lo era de boquilla o no lo era en absoluto. Y obliga a preguntar cómo es posible que ni siquiera fuese llamado como testigo en el proceso abierto por la catástrofe.

Hay otros datos que sustentan el asombro. El primero, claro, que el ministerio que regía Blanco anunció la entrada en servicio del tramo "como AVE", es decir, con todo lo que la normativa exige en materia de seguridad. El segundo que, acaso para acelerar la obra, se modificaron las condiciones de licitación: que ahora se alegue desconocimiento resulta del todo sorprendente.

Item más. El hecho de que, tras acortarse los plazos de ejecución de obra, el tramo se inaugurase con pompa y esplendor en víspera de unas elecciones en las que José Blanco era candidato parece significativo. Como lo fue sin duda la presencia en el boato de las autoridades de la Xunta de Galicia que, después del accidente, insistieron siempre en que lo ocurrido tenía un claro y único culpable. De otras responsabilidades apenas quisieron hablar. Y eso es, si no cínico también, desde luego extraño.

¿O no...?

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