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Matías Vallés.

Le pido perdón, cardenal Cañizares

El cardenal Antonio Cañizares fue denunciado ante la Fiscalía General del Estado y forzado a una pública retractación, por preguntarse si "la invasión de inmigrantes y refugiados es todo trigo limpio". Como entusiasta de la heterodoxia inoportuna, me pareció entonces una duda razonable sobre el éxodo sirio. Sin embargo, no expresé mi apoyo porque prefiero equivocarme a coincidir con un prelado. Sí, es el tipo de comportamiento que nos ha llevado a la carnicería de París.

El hallazgo en la geografía de la matanza parisina de un pasaporte sirio visado por Grecia y Serbia, concede cierto crédito a Cañizares, incluso entre quienes se limitarán a concluir que un reloj parado también señala la hora correcta dos veces al día.

El "Sunday Times" titulaba ayer con tipografía para miopes: "La masacre dispara la caza de asesinos de Isis entre los emigrantes sirios". Pese a la acumulación de evidencias, y transcurrido un tiempo prudencial, no he observado que el batallón de satanizadores del cardenal le haya expresado unas tímidas disculpas. Al contrario, se refugian hoy en que "los expertos", pero no Cañizares, habrían alertado sobre los riesgos de infiltración yihadista entre los refugiados sirios. No se discute aquí si hubo asesinos que se embozaran en la oleada migratoria, sino la aceptación sin polémica de esta hipótesis. Influye la constancia de que hay terroristas islámicos que andan sueltos tras haber matado a cuatro españoles.

Cardenal Cañizares, no comparto sus motivos, pero tampoco repudiamos al diseñador de un fármaco porque solo persigue el enriquecimiento propio. No arrojé ninguna piedra contra usted, pero participé en la lapidación pasiva. Le pido humildemente perdón por ello, ojalá la matanza islamista de París desate otras lenguas acobardadas. Por si le interesa, cardenal, no fue usted apaleado por causas humanitarias. Le abroncaron personas identificadas con su pensamiento, pero que estaban preocupadas por perder su hueco en las tertulias si expresaban una disensión sobre lo religiosamente correcto. ¿Cómo cree que ha sido posible que continúe, al frente del Gobierno, el autor de mensajes de apoyo al mayor símbolo de la corrupción desde La Moncloa?

Si las dudas sobre el "trigo limpio" hubieran sido manifestadas por un imán de la Confederación de Comunidades Islamistas, hubiera sido ovacionado por los mismos que le zurraron a usted, Cañizares. Tampoco hemos de exagerar en los afectos, porque desde el viernes no se encuentra usted solo. Donald Trump acude en su auxilio, al promover la devolución a Siria de todos los refugiados. Una propuesta impracticable además de irracional, por lo que hemos llegado al punto en que nuestros caminos se bifurcan. Los partidarios de la aceptación ciega, que no distingue trigo de cizaña, han empeorado la situación de los refugiados sirios.

El símbolo de París no son los lazos ni velas, sino la torre Eiffel transformada en kalashnikov que servía de cartel publicitario a la película "Made in France", cuyo estreno se aplazó el viernes porque había sido desbordada por la realidad. Por no escuchar a los cardenales, la primera víctima política de la matanza en curso es Angela Merkel. De poco le sirve el respaldo de Juncker, al alegar que los refugiados sirios huyen de los autores de los atentados. Por lo visto, en París les han dado alcance. El visionario comunista Slavoj Zizek ya promovió la reformulación de los emigrantes en un ejército que recuperara Damasco. La propuesta del pensador esloveno, no hace falta decirlo, se llevó más cardenales que el mismísimo Cañizares.

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