Creo que debemos acostumbrarnos a no suponer que hemos agotado nuestra capacidad de asombro, porque su probada elasticidad parece no tener fin y a diario se nos bombardea con increíbles noticias que reducen el anterior asombro a mera curiosidad anecdótica.

Un claro botón de muestra lo ofrece el Ayuntamiento de Sevilla cuando los responsables del Bienestar Social -ocurrentes ellos- deciden sacar a concurso la adquisición de 7.000 dosis de lubrificante vaginal y anal, para distribuirlos en los institutos públicos de la ciudad. Lamentablemente el concurso no hace referencia a lubrificantes para las neuronas, muy posiblemente necesarias para los promotores de la parida.

No debe ocultarse que el sexo es algo natural y consustancia para la pervivencia de la especie y, por ello, resultaría irracional que tratar sobre él se considere un tema tabú; pero tampoco es de recibo una inoportuna exégesis de trasnochada pornografía con invitación al baile antes de sonar la música.

Tal vez en el desmadrado objetivo de educación sexual no sea casualidad que una anterior ministra, también andaluza e integrante del mismo partido político que el que actualmente empuña la vara en el Ayuntamiento sevillano, hubiera destinado una apreciable subvención para impartir un cursillo de excitación del clítoris. En su día y a ese respecto dije que a las mujeres que les apeteciese la experiencia no se les iba a enseñar nada nuevo y a las que no lo aceptasen se le daría motivos para que la botasen con B. de burra. Y así ha sido.

Por otra parte y una vez más se hace un delictivo y absurdo uso de fondos públicos, manteniendo tan prescindible despilfarro al tiempo que se detectan problemas presupuestarios para atender acciones mucho más justificadas. Y llueve sobre mojado, como lo acredita otro lamentable hecho de hace unos años, divulgado por la televisión, cuando el nivel de las arcas municipales obligó a suprimir los bocadillos a los alumnos de escuelas públicas y, simultáneamente, se concedía una subvención para el alumbrado de una playa suramericana.

El responsable del desaguisado tuvo la desfachatez de justificarla, porque tenía la consideración de inversión por la posibilidad de que algún español disfrutase del lejano alumbrado. Merecedor de una medalla con collar de espino.

Que los tres casos a que me estoy refiriendo tengan como denominación de origen Andalucía no implica que, desgraciadamente, corrupción y abortos intelectuales sean ajenos a otras zonas de la vieja piel de toro; pero quizá el cálido clima de la bella y querida ciudad bética haya potenciado la temperatura cerebral de nefastos regidores que falazmente dicen representar la voluntad ciudadana.

Finalmente, sin salir del ámbito del asombro, pero cambiando de tercio, señalemos la teatral e indecente representación ofrecida por el perínclito Sr. Mas al comparecer ante la autoridad judicial para dar cuenta de uno de sus múltiples desacatos de las normas de la legalidad vigente, la que le ha permitido ocupar su poltrona en la Generalidad.

En un país civilizado y democrático no es admisible la orquestada presión sobre unos jueces que libre y honestamente se disponen a sentenciar el caso. Y aunque con tan ilícito arropamiento el Sr. Mas trate de mantener el tipo haciendo alarde de asumir la máxima responsabilidad, le traiciona el nerviosismo que aflora a sus manos y la cobardía de escudarse trasladando esa responsabilidad a los voluntarios que intervinieron en el ilegal intento de referéndum que ahora se juzga. ¿Voluntarios organizados por generación espontánea? Negra sombra que me asombra.