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Rico y decente

Mi hijo no entiende el último anuncio de BMW. Ese que dice: "cuando trabajes, trabaja; cuando ayudes, ayuda?, cuando conduzcas, conduce".

Para él no tiene sentido porque cuando el abraza, ¡abraza! y cuando juega ya ni te cuento.

El primer día que lo vio y me preguntó qué significaba intenté explicárselo. Sin embargo, enseguida me di cuenta del fallo, de que somos nosotros, los que sí entendemos ese anuncio, quienes de verdad tenemos un problema y no él. Por ese motivo lo dejé correr, deseando que pase mucho tiempo hasta que sin explicaciones lo comprenda.

Quizás haya algo de más trascendencia en el mensaje publicitario de BMW: vivir como si significase algo. Que nuestro mayor esfuerzo no se centre en tener sino en saber tener, en no morirnos de ricos. Porque ser pobre no te convierte en un ser humano decente pero ser rico tampoco es un impedimento.

Vivimos, ahora más que nunca, en el descrédito generalizado, en el piensa mal y acertarás que hemos convertido en nuestro "leitmotiv". Cualquiera que haya llegado a ser o a tener algo juzgaremos que lo ha conseguido trampeando, abusando o incluso delinquiendo, y eso no es cierto. Condenar el todo por la culpa de uno, ni es éticamente correcto ni jurídicamente posible o al menos no debería serlo.

No conozco personalmente a ningún empresario de éxito que no haya trabajado a pulmón para serlo, ni a ninguno a quien la vida (la suerte, los bancos, los amigos, su pareja, los gobiernos) le haya sonreído todo el rato.

Somos nosotros mismos quienes muchas veces desahuciamos al resto, quienes les quitamos toda esperanza de acierto, quienes damos un mundo malo por supuesto, ese prejuicio intelectual de que si nada es perfecto será que todo es malo.

Existen cada vez más garantías jurídicas, que tanto normativamente como en sede judicial, aseguran la cobertura legal de cualquier actividad empresarial en todo su recorrido. Sirva como ejemplo, el sistema de control recién implantado en nuestra legislación, el "compliancemanagementsystem" del artículo 31 bis del Código Penal, que desde el mes de julio obliga a empresarios, administradores y empleados a adoptar con eficacia modelos de organización, gestión y vigilancia idóneos para prevenir delitos de toda índole.

Sin embargo, a pesar de la valoración positiva que a priori me merecen este tipo de garantías externas, mi experiencia profesional y personal con empresarios de todos los sectores me ha demostrado que, en muchos casos, ese compliance, ese debido control o saber hacer viene de serie, nace de dentro y no necesita ser implantado ni vigilado por agentes externos.

Versionando un antiguo adagio: A veces, la apariencia mala de las cosas es también su verdad, pero otras veces, no.

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