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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Un general ourensano

En España era un hecho novedoso -yo diría que casi subversivo- que un militar no fuera de derechas, o incluso de extrema derecha. Una tendencia que se acentuó durante la dictadura franquista en la que la inmensa mayoría de la oficialidad compartía la ideología del jefe supremo del Ejército al que también se conocía como el "generalísimo" o el "caudillo". La purga de disidentes uniformados fue inmisericorde desde el inicio de la Guerra Civil y todos los militares de alta graduación que permanecieron fieles a la República (en su mayor parte gente conservadora) fueron inmediatamente pasados por las armas porque como decía Mola (el ideólogo de la insurrección) "no eran compañeros".

Así fueron las cosas durante muchos años, y cuando en los momentos finales de la dictadura (29 de junio de 1975) se supo que nueve oficiales adscritos a la Unión Militar Democrática apoyaban la evolución de España hacia un régimen de libertades, el escándalo fue mayúsculo. Los nueve militares, entre ellos el gallego Xosé Fortes Bouzán, fueron inmediatamente detenidos y encarcelados y más tarde condenados a varios años de reclusión y expulsados del ejército tras un consejo de guerra celebrado en Hoyo de Manzanares, un lugar de siniestras resonancias al estar asociado a los últimos fusilamientos ordenados por Franco. Tuvieron que pasar 11 años (durante un gobierno de Felipe González) para que fueran amnistiados y otros 23 más (durante un gobierno de Rodríguez Zapatero) para que fueran condecorados con la medalla al Mérito Militar. Y fue precisamente otro gallego, José Julio Rodríguez (el general que será candidato de Podemos por Zaragoza), que entonces era jefe del Estado Mayor de la Defensa, quien los propuso para esa condecoración.

La trayectoria profesional de los militares afiliados a la Unión Militar Democrática no fue fácil. Ninguno de ellos, incluidos los nueve amnistiados, llegó a general como recoge Xosé Fortes en su libro autobiográfico Cuando las derrotas otorgan la victoria. Y todos ellos, ya incluso en un contexto legal democrático, sufrieron la hostilidad de otros compañeros que hicieron todo lo posible para que no ascendieran. Afortunadamente, la impronta ideológica de lo que se llamó el "ejército de Franco" va evolucionando paulatinamente, se impone la profesionalidad y el respeto a las normas democráticas, y ha dejado de oírse en los cuarteles aquel ruido conspirativo permanente que conocimos como "ruido de sables".

Por eso mismo, ha sorprendido bastante la reacción habida en el Gobierno y medios afines por el anuncio de la afiliación a Podemos del general de cuatro estrellas José Julio Rodríguez. El militar ourensano acredita una impecable hoja de servicios, ha ocupado cargos de gran responsabilidad, incluso en la cadena de mando de la OTAN, y aunque no llegó a formar parte de la UMD durante la etapa franquista nadie duda de sus convicciones democráticas. La reacción del gobierno ha sido destemplada tratando de hacer pasar como un cese por pérdida de confianza lo que era, en realidad, una previa petición de retiro. Y en algunas de esas tertulias madrileñas permanentemente excitadas y vocingleras se ha dicho del general que es un traidor, e incluso que no parece estar en sus cabales. La idea de que los militares españoles tienen que ser exclusivamente de derechas todavía está muy extendida.

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