Durante seis décadas el "Pirulí" ha desempeñado varios papeles protagonistas: del skyline de la ciudad, donde su figura es emblemática; en la crónica de miles de familias, que han visto cómo sus hijos nacían entre sus cuatro paredes; y en el desarrollo del barrio, donde ejerce como dinamizador. Ahora ha echado el cierre. Y pronto se quedará vacío, expuesto a un letargo y abandono que podría ser irreversible.

Lo curioso es que ese cierre no ha sido un imprevisto. No ha podido sorprender a nadie, dejándole sin tiempo para buscar soluciones. Las Administraciones -responsables de la torre- saben desde hace años que los servicios del Xeral se trasladarían al Cunqueiro. ¿Buscaron soluciones? ¿Se anticiparon al problema? Parece que no.