Con la capacidad de asombro agotada, pero la memoria en perfecto estado de lucidez, las proclama políticas de algunos miembros de la corporación, que en el último pleno navegaron durante siete horas entre lo divino y lo esotérico, pero nada terrenal, son el fiel reflejo de colocar producto aunque sea consciente de estar adulterado. No queda duda alguna que la intervención de la que manejó el cotarro de Personal durante los últimos años, Carmen Rodríguez, es el intento más burdo de cambiar la historia reciente del Concello. Menos mal que las hemerotecas, las actas y más de una sentencia judicial, con acuse de recibo personal, eliminan contaminaciones interesadas. Ella y su compañero de pupitre opositor, Vázquez Barquero, se olvidaron de que durante ocho años estuvieron en el puesto de mando, y que el barco estuvo en muchos momentos a la deriva. Con ellos no va. Pero las verdades municipales, no son las del barquero.