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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

De aquí y de allá, demagogia y endogamia

La demagogia política. Una de sus definiciones entiende que demagogia (del griego -demos-, pueblo y -ago-, dirigir) es una estrategia utilizada para conseguir el poder político. Consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda política. Fue Aristóteles quien concretó y definió por primera vez la demagogia, definiéndola como la "forma corrupta o degenerada de la Democracia". La demagogia según Platón y Aristóteles, puede producir la instauración de un régimen autoritario oligárquico o tiránico, que mediante su práctica quiere eliminar a toda oposición. En estas condiciones, los demagogos, arrogándose del derecho de interpretar los intereses de las masas, como exégetas de todos, tratan de confiscar todo el poder y la representación del pueblo.

La demagogia se asocia frecuentemente con el favorecimiento y la estimulación de las ambiciones y sentimientos de la población, cuando estas surgen de forma espontánea o como respuesta a conductas intolerables de los que ostentan el poder. En los tiempos electorales -como el que ahora atravesamos en España y en los que casi siempre estamos- las campañas están llenas de demagogia. La caja tonta de la TV y la radio les abren "generosamente" sus puertas para que expongan sus mentiras y falsas promesas. Lo hacen en muchos programas, sobre todo en las "tertulias" de los medios, rodeados de corifeos, siempre los mismos, que saben de todo y no saben de nada, si bien ejercen ramplonamente su pontificado adulador o detractor. Audiencia les sobra, al igual que a todos los programas "basura". A los que nos oponemos a sus mentiras y falsas promesas o simplemente les preguntamos cómo y con qué las cumplirán, nos dicen que no tenemos idea o nos tachan de "fascistas". Ante tanta inepcia, tanta falacia y tanta porquería mi voto en las próximas elecciones irá guiado por los hechos y no por las promesas. Usted, mi querido lector, al igual que yo, vote a quien considere por más que le llamen "fascista". ¡No faltaría más!

Mediocres encumbrados

La palabra mediocre es una acepción aplicada a la persona que no es inteligente. Ante tal condición, impuesta por la cruel naturaleza, no cabe más que conmoverse, ayudarles en cuanto podamos y buscarle su lugar en este mundo, que sí tiene que haberlo. Mas tal designación también se refiere a los que no tienen suficiente capacidad para la actividad que realizan. Los mediocres encumbrados son más peligrosos que los canallas. Los granujas son minoría y, aunque ruines y miserables, se les puede castigar según las leyes o, lo que es mejor, convencerles de la inconveniencia de sus malos procederes y redimirlos. Los mediocres encumbrados son una plaga de la sociedad actual y se han extendido a todos los estamentos. Se perpetúan en sus puestos, persuadidos de que su ejercicio es legítimo, cabal y hasta beneficioso para los demás, cuando en realidad solo es pertinente y lucrativo para ellos mismos. No hay manera de librarse de ellos, pues ignoran sus propias limitaciones y ejercen su "sabiduría" sin tan siquiera preguntar a los que sí saben. Pueden encontrarlos entre todas las profesiones y niveles: escritores, artistas, periodistas, médicos, políticos. Incluyen desde un técnico reparador hasta un Premio Nobel -España tiene ejemplos-. Yo mismo que soy un aceptable pediatra, estoy ejerciendo de escritor en este diario. En mi caso la solución es muy fácil: Faro de Vigo me cierra esta tribuna o, simplemente, ustedes no me leen. Lo terrible es cuando los mediocres ocupan posiciones o profesiones de elevada responsabilidad y sufrimos las nefastas consecuencias de su estupidez.

Aforismos

"Las leyes morales no son entidades ficticias y sí de imperiosa necesidad". Anoté este aforismo pero no su autor. Creo está relacionado con el pensador inglés Jeremy Bentham (1748-1832). De ser así, cobraría doble valor pues él es promotor del concepto "entidades ficticias", como nombre gramatical, y de la teoría de las no ficciones. Las leyes políticas son de obligado cumplimiento, que conllevan deberes detrás de los cuales existe la amenaza cierta de un castigo, en el caso de que no se cumplan o, al menos, el rechazo de la comunidad. La tranquilidad de espíritu, la honestidad, la generosidad, el amor a lo hijos, la fidelidad del amor o la abstención de matar a seres vivos, se pueden entender todos ellos como fines que se pueden desear por sí mismos, como aspiraciones morales perfectamente legítimas, sin que en su asunción intervenga necesariamente la referencia a castigo alguno. La ética de Bentham es consecuencialista. Para justificar la acción correcta dirige su mirada a los futuros estados de cosas actuales y posibles, no a lo que ha sucedido en el pasado. Por ejemplo, el castigo no es una retribución por una acción pasada, sino la prevención de daños futuros.

Y una curiosidad. Si visitan Londres, en el claustro de la University College London (UCL), pueden contemplar la momia del que fue su cofundador, Bentham, por expreso deseo de él mismo. A la momia le falta la cabeza, hoy totalmente de cera. La auténtica antes se exhibía separada y colocada entre sus pies. Acabó retirándose por el rechazo que suscitaba y hoy se guarda en una caja fuerte.

La sabiduría del móvil

Reconozco que he sucumbido a la movilmanía. El teléfono inteligente es una ayuda permanente que nos permite una mayor conexión con todas las personas, es un medio para pedir ayuda en situaciones apuradas, es una cámara fotográfica excelente y una magnifica plataforma informática. Gracias al smartphone contamos en todo momento con soporte completo al correo electrónico y sirve como computador de bolsillo para conectarse con internet y acceder a la búsqueda de cualquier tipo de información, así como para hacer más sufribles las esperas y realizar múltiples operaciones. Sin embargo, tiene sus desventajas: ha limitado nuestros diálogos personales y se ha impuesto como contertulio obligado, incluso durante las comidas, lo que incrementa el aislamiento social, e interrumpe nuestro descanso. ¡Ah, y lo peor! Han surgido los pseudosabios del móvil. Son sujetos impertinentes que nos aportan los conocimientos mal digeridos sobre lo que acaban de consultar y además nos enchufan todo tipo de preguntas sin venir a cuento. Lo malo es que muchas veces se equivocan y hacen el ridículo. Y por supuesto, forman parte de la dictadura del consumismo sin límites.

La endogamia universalista

Dicen, y es verdad, que cuando un catedrático foráneo llegaba a la Universidad de Santiago de Compostela, nada más terminar su primera lección de cátedra, lo primero que le preguntaban sus colegas, los oriundos de "toda una vida", era: ¿Cuándo piensa usted marcharse? Y el deseo de los vernáculos, cuyos padres habían sido catedráticos compostelanos, se cumplía. Tal actitud ha mejorado y alguno que otro se cuela y queda. La prensa recogía en agosto de este año, un año más, el Ranking Académico Mundial de Universidades (conocido como Ranking de Shangai). Una editorial de El Mundo afirmaba que era expresivo de un fracaso colectivo dramático de la Universidad española, en gran parte consecuencia del retroceso en los niveles inferiores, como evidencia el informe del Programa Internacional para la Evaluación Estudiantes (PISA). Los expertos señalan como causas, a nivel de las enseñanzas primaria y secundaria: la infantilización de los alumnos, el concepto erróneo de igualitarismo a la baja para evitar supuestas discriminaciones, la prolongación de la enseñanza obligatoria, la promoción automática de los alumnos, la posibilidad seguir con asignaturas suspendidas, la reducción del bachillerato, etc. Y las cifras cantan: ninguna de nuestras universidades están entre las 100 mejores del mundo y solo 13 entre las primeras 500. Las razones son conocidas: corporativismo y endogamia. La universidad es, en demasiados casos, un espacio cerrado en el que la selección del profesorado se hace entre los preseleccionados por los departamentos, que se olvidan de la calidad y de la productividad de los docentes. Las disculpas se repiten, en lugar de combatir las causas. La más repetida es la de la escasez de recursos, mientras se mantiene su mala distribución, pues siempre deberían asignarse en función del rendimiento académico o según criterios objetivos. A ello se une la multiplicación innecesaria de centros universitarios, con dispersión de medios humanos y materiales, solo justificada para contentar los poderes autonómicos y hasta provinciales. Es necesario cerrar muchos centros de los que tienen las aulas vacías y con profesorado no cualificado. Ya se sabe que tal actitud conlleva malestar y heridas a los que en ellas trabajan pero es hora de afrontar las soluciones.

Algún lector puede achacarme que me expreso así porque me duele. Pues sí. Dos hijos míos, Marcos y María Martinón Torres, son docentes en el UCL, donde fueron acogidos con los brazos abiertos. Marcos está unido a la universidad pública londinense desde hace 15 años y es en la actualidad catedrático de Ciencia Arqueológica. María, que llevaba 18 años ligada a Atapuerca y 9 al Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), cansada del inmovilismo administrativo y la falta de oportunidades, se ha marchado este año. Ahora es Profesora e Investigadora en el Departamento de Antropología de la UCL, sin perder su vinculación a Atapuerca en calidad de miembro de su Equipo de Investigación.

Los intereses de la Universidad deberían estar en la sociedad a quien sirve.

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