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Los cuentos de las diputaciones

A estas alturas del cuento ya no estamos para creer en diputaciones provinciales, pero estamos más lejos, aún, de que estas instituciones estén regidas principalmente por diputados de ciudades. En origen no es malo: ayudar a los municipios pequeños, pero después todo se desvirtúa. Lo hace porque con ese dinero se construyen grandes estadios de fútbol en grandes ciudades, por citar un ejemplo. Sin embargo se llega al rural, como llegaron estos días los diputados provinciales a Moaña que parecía americanos que jamás había visto el rural, y no se cortan un pelo en decir que nada de obra nueva, que aquí que si carriles bicis, que si sendas peatonales. ¡Vamos, como si estuvieran en una ciudad!. Y se quedan tan anchos. ¿Y quien se ocupará de convertir los caminos en pistas, en urbanizar carreteras para que tengan servicios y aceras?. Por no hablar de saneamiento, del que carecen, en el año 2015 aún muchos pueblos, que vergüenza tendrían que tener los que construyen palacios y se olvidan de prioridades como el saneamiento, incluso del abastecimiento. Uff, lo de la visita de los diputados a Moaña me recordó, tengo que decirlo aunque duela, a tiempos muy pretéritos. Alguno parecía que no sabía lo que era la lama.

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