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Joaquín Rábago.

Petróleo y automóviles, lobistas en Bruselas

Un día sí y otro también nos desayunamos con noticias sobre los trucos utilizados por la empresa Volkswagen para burlar las normas sobre emisiones de gases contaminantes, aunque ya nada debería sorprendernos de una industria como la del automóvil que dedicó el año pasado más de 18 millones de euros al cabildeo en Bruselas.

Esa es la cantidad que, según el Observatorio de la Europa Corporativa, dedicaron los principales fabricantes y comerciantes de un sector responsable del 12 por ciento de las emisiones de gas invernadero en Europa y cuyos principales lobistas fueron la propia Volkswagen, Daimler, la Asociación de la Industria Automovilística Alemana, la Asociación Europea de Productores de Automóviles y otro fabricante germano, BMW.

Junto a ellos están los lobistas de otra industria poderosísima, la de los hidrocarburos, que goza también de acceso privilegiado a los equipos que se ocupan del futuro de la energía en el Ejecutivo comunitario: el del comisario español de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, y el de quien en teoría debe supervisarle, el vicepresidente para la Unión Energética Maros Sefcovic.

La prensa de Bruselas habla de rivalidades entre Cañete y Sefcovic, quien al parecer guardó en secreto la elaboración de la llamada Unión Energética hasta una fase muy avanzada, lo que no gustó al equipo del primero. Sin embargo, según el citado Observatorio, el comisario español, muy discutido por sus pasados vínculos con el sector energético, ha mantenido 4 veces más reuniones con lobistas que su colega eslovaco y más en total que cualquier otro comisario.

Según un estudio del Observatorio (1), un 80 por ciento de las reuniones mantenidas por ambos comisarios o altos funcionarios de sus equipos han sido con representantes del sector privado y un 74 por ciento de las mismas fueron para tratar de la política industrial o climática de la UE con empresas petroleras o gasistas como British Petroleum, E.ON, Statoil o Shell sin que al parecer mostrara el Ejecutivo comunitario el mismo interés por el sector de las renovables.

British Petroleum, por ejemplo, declaró haber gastado cerca de tres millones de euros en pagar a sus lobistas mientras que la alemana E.ON dedicó unos dos millones, y ambas empresas no parecen especialmente interesadas en la adopción urgente de medidas drásticas contra el cambio climático que vayan a repercutir negativamente en los beneficios de sus accionistas.

En opinión de la citada ONG, que hace un seguimiento exhaustivo de los lobbies en Bruselas, los datos sobre el nivel de acceso que tienen los lobistas de esas industrias y el dinero gastado para hacer presión sobre Bruselas son altamente preocupantes dados los temas tan sensibles de que se han venido ocupando los dos comisarios y sus equipos, como son la Unión Energética europea, el régimen de comercio de emisiones o la regulación sobre las emisiones de los automóviles, entre otros.

Las políticas actuales de la UE siguen concediendo un papel muy importante al gas y al petróleo en la cesta energética así como a tecnologías para la captura y el almacenamiento del carbono, perfecta excusa, denuncia el Observatorio, para construir todavía más plantas de combustibles fósiles y desviar así fondos que podrían utilizarse más provechosamente para la población mundial en el desarrollo de las energías limpias.

El acceso privilegiado que tienen a los más altos niveles de decisión los representantes de las industrias que más contribuyen al calentamiento del planeta explica, según el Observatorio de la Europa Corporativa, el que la UE esté proponiendo "políticas tímidas e insuficientes que benefician a los principales responsables" de ese fenómeno.

Y ante la próxima cumbre de la ONU sobre el clima, que se celebrará en diciembre en la capital francesa, las organizaciones no gubernamentales recuerdan que la ventana de oportunidad para impedir una catástrofe climática irreversible se cierra dentro de diez años, y evitarla va a ser posible solo si reducimos las emisiones drásticamente, lo que significa no tocar un 80 por ciento de los combustibles fósiles del subsuelo.

(1) "Políticas Precocinadas". Corporate Europe Observatory

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