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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El esperpento

De modo que, por mucho que se esfuercen los oradores en explicar los hechos relacionados con los últimos plenos de la Diputación de Ourense no parece posible evitar que la opinión general los califique de "esperpento". Y no solo por el temario sino sobre todo por las actitudes; en el primero fue la oposición la que abandonó la sala y, en el segundo, la mayoría gobernante la que ni siquiera acudió. Con razón cabría lo de "cousas veredes".

El fondo de la cuestión es el escándalo relacionado con la acusación, aún no definida judicialmente, de una ciudadana contra el presidente Baltar por la supuesta promesa incumplida de un puesto de trabajo -se supone que público- a cambio de sexo. Un asunto que el PP ourensano insiste en calificar de "personal", con un aparente -aunque algo tibio- apoyo inicial del máximo responsable del partido. Y de la Xunta.

Entre los argumentos esgrimidos desde el gobierno provincial destaca el de que la oposición solo pretende utilizar un asunto escandaloso -"y falso", añade- para "destruir la imagen de su líder y de paso su carrera poítica. Algo que casi nadie duda, pero que por desgracia forma parte del modo en que aquí se ejerce el oficio público por muchos de sus profesionales. Y que, dicho sea de paso, no responde siempre a motivos políticos stricto sensu, ni se originan solo en los partidos de enfrente.

Dicho eso, y reconocido que todo ello no es de recibo, conviene añadir que el modo de afrontarlo no consiste en abandono general de la primera tarea,que es ejercer el papel que le otorga el sistema. Y aunque las diputaciones tienen elección colateral, ocupar el puesto es obligación básica; marcharse -o no acudir-, una dejación de funciones que debería sancionarse.

Ítem más. Las "espantadas" de unos y otros forman parte de ese esperpento indigno de clase política que se supone madura y responsable, pero cuyos representantes le hacen flaco favor a una sociedad que, como la ourensana, ha alumbrado referentes públicos, culturales, sociales y empresariales de una importancia y significación extraordinaria para la provincia y para Galicia entera.

Y una cosa más todavía. Determinados efectos del escándaloso episodio son achacables a algunos de sus protagonistas, pero seguramente cabe también sorprenderse -como ya se dijo- porque algo que habría ocurrido hace cuatro años se filtre ahora y, sobre todo, no haya merecido siquiera la atención de quienes podrían aclararlo al menos en parte. En ese sentido sería clave saber de forma autorizada si hubo denuncia, qué ocurrió con ella y por qué. Y a partir de eso, aquí paz, después gloria y amén.

¿Eh?

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