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análisis

El euro débil y otras vitaminas

El euro débil ha insuflado fuerza a las exportaciones de la zona euro. Las ventas de los países de la moneda única crecieron hasta agosto un saludable 4,8% en tasa interanual, ritmo que igualan o superan las cuatro principales economías de la región (Alemania, 6,6%; Francia, 4,8%; Italia, 4,8%, y España, 4,8%). Otros indicadores españoles constatan el benéfico efecto del tipo de cambio: las exportaciones a países extracomunitarios avanzan más intensamente, en particular las destinadas a América (11,8%).

Tales resultados han sido propulsados por la moneda. A principios de 2014, un euro equivalía a 1,39 dólares, y hoy se cambia a 1,10. Es una devaluación cercana al 21% e inducida por el Banco Central Europeo (BCE). Su política de tipos de interés extraordinariamente bajos (0,05%), las perspectiva de que se van a mantener así aún durante un tiempo prolongado y, sobre todo, la decisión de tomar medidas extraordinarias para aumentar el dinero en circulación (a través de compras masivas de deuda pública y privada desde marzo de este año) empujaron al euro hacia un cruce con el dólar favorable para la competitividad de las exportaciones y para el turismo. La mera expectativa de que el BCE iba tomar ese camino activó la devaluación en el mercado de divisas meses antes de que comenzaran las compras. Actuó en la misma dirección la expectativa también de que EE UU se dispone a subir los tipos de interés, lo que ha provocado un movimiento de la inversión hacia los activos en dólares.

El bajo precio del petróleo y de otras materias primas han frenado además una de las principales contraindicaciones de la devaluación: el encarecimiento de la factura energética y otras importaciones que se pagan en dólares.

El euro débil ha actuado así como un viento de cola para el comercio europeo, aunque los datos del crecimiento agregado de la región monetaria (1,5% en tasa interanual en el segundo trimestre) y sobre todo de la inflación (0%) dejan ver que el riesgo de estancamiento no está conjurado, máxime cuando el mundo se está desacelerando por China y los países emergentes. La disposición del BCE a sacar más artillería confirma que esas amenazas están ahí. Y los resultados provisionales del despliegue del eurobanco alimentan la tesis de que la política monetaria está en sus límites y que Europa no despegará sin vitaminas fiscales que estimulen la demanda doméstica, lastrada por estos años de austeridad. ¿Cuándo comparecerán el "plan Juncker" y sus 315.000 millones en inversiones?

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