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A DIVINIS

Todos los Santos y Stalin

Contrarrestar Halloween y denigrar al mismo tiempo al Papa Francisco

Nos movemos entre la comedia y la tragedia, y lo primero lo decimos sin ánimo de ofender y para oxigenar un poco el enrarecido ambiente católico formado durante y después del Sínodo de la Familia, que el Papa Francisco convocó para debatir soluciones a la atención pastoral de los divorciados vueltos a casar o de los homosexuales.

El caso es que desde el año 2002 en París, y con extensiones en EE UU y también en España, diversas diócesis convocan la fiesta de "Holywins" (la santidad vence), para contrarrestar el empuje del "Halloween" (All Hallows' Eve, víspera de Todos los Santos), de origen anglosajón y posible sustitución cristiana de una celebración anterior, de corte celta. El "Holywins" propone que los niños no se disfracen de brujos y brujas, de esqueletos, de hombres lobo, de muertos vivientes, de diablos?, sino de santos y santas católicas, de obispos y curas, de papas, de monjes y monjas, etcétera. Es curioso que el Código de Derecho Canónico castiga con gran dureza al que se vista de sacerdote sin serlo, por lo que obviamente habrá que establecer una excepción para los menores de edad. En cualquier caso, vestirse de buenos -salvo en el caso de los superhéroes- siempre atrae menos que hacerlo de malos. Pero vayamos a los efectos sinodales, ya que el sacerdote Santiago Martín, muy conocido por sus programas televisivos en el pasado, ha escrito un artículo estremecedor titulado "Los métodos de Stalin", y en que habla del "Stalin sanguinario y sembrador de cadáveres". Marín no lo dice, pero uno de los lemas de Josif era: "Todo hombre es un problema; no hombre, no problema". Pero lo trágico es que este sacerdote añada que "los métodos de Stalin no se han olvidado y algunos creen que ahora van a utilizarse por parte de los que han perdido la batalla del Sínodo, sin llegar -confiemos- al extremo de sembrarlo todo de cadáveres". Los ejecutores de dichas medidas serían los que "han promovido el cambio y buscan a los responsables de su derrota para hacerles pagar un alto precio por ello". Así, cita "a un nuncio en un país latino que decía que a los que se han opuesto al cambio les iban a estallar 'bombas morales' entre las manos"; también habla de que "al cardenal Pell (australiano) le reabrirán una vieja acusación por un supuesto apoyo a un sacerdote pederasta hace muchos años". En el mismo capítulo se refiere a los "durísimos ataques al cardenal Cañizares por lo que dijo sobre los emigrantes". Vamos a ver: Cañizares, al que algún compañero de episcopado llama el "cardenal chisgarabís", se equivocó de lleno en las formas de su discurso, aún cuando bastante razón le acompañaba en el fondo. En cuanto a la pederastia en Australia, tuvo tales dimensiones que cualquier cosa puede estallar en cualquier momento.

Martín concluye que "a pesar de sus cadáveres amontonados, Stalin no logró sus objetivos y tampoco estos lo conseguirán". Esto da medida del desquiciamiento actual de ciertos sectores de la Iglesia. Ni con el Papa Wojtyla sus muchos detractores habían atacado al Papa como lo hacen con Francisco y con aquellos que cabalmente sintonizan con él (tampoco existía internet, tan maravilloso y tan cajón de desperfectos). Vale más disfrazarse de diablo y razonar rectamente que lo contrario.

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