Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El complejo

A partir de la idea de que efectivamente el demográfico es el principal de los varios problemas que tiene planteados este país, quizá sea tiempo de exigir que quienes hayan de hacerlo se apliquen en serio a resolverlo. Y en consecuencia se dejen ya de jugar a la dialéctica fácil con anuncios y ocurrencias que suenan demasiado frívolos como para ser tomados en serio y lo bastante superficiales para creer que aportan algún remedio eficaz.

Ejemplo de cuanto se dice es el resumen de lo expuesto por el presidente Feijóo durante la sesión de control en el último pleno parlamentario. Se comprometió su señoría -según las crónicas- a hacer de Galicia el lugar "más fácil para tener hijos" pero, bromas aparte, los detalles que refirió fueron tan escasos y livianos que convierten la promesa en una boutade con poca gracia. Y en asunto tan grave como ese más vale no fomentar los chistes.

(Es cierto que le referencia se enmarca en un debate sobre políticas sociales, y que don Alberto acaba de mover ficha. Pero presentar gestos como pruebas de un cambio profundo es exagerar aunque incluyan una consellería ad hoc: el nivel era tan bajo que cabe aplicarle lo de "peor imposible" y permite esperar del señor Rey un nivel superior al de su predecesora. Eso en lo personal, porque en lo material los recursos disponibles aún tienden a cero.)

Sea como fuere, el señor Feijóo -que no es ni mucho menos un político mediocre, aunque parece haber caído en el mal hábito de atender solo a quienes le dicen lo que quiere oír- sabe muy bien que la demografía no se resuelve con ayudas de cien euros ni buenas intenciones legislativas. Y lo sabe porque tiene elaborado un plan serio, aunque en casi dos legislaturas no se haya decidido todavía a sacarlo adelante.

Y eso es lo que más sorprende: que el PPdeG no aprobase ya ese proyecto. Ocurre quizá que, como el resto de la española, la moderna derecha gallega padece un complejo de inferioridad ante la izquierda, a la que cede de forma absurda un supuesto liderazgo social. Que, de haber existido alguna vez aquí, ya no cabe, como demuestra la aritmética parlamentaria, donde las mayorías no tocan en las tómbolas.

Ese complejo -que ha llevado a la creación de una nueva marca desideologizada-, resulta más absurda si se analiza la situación real de lo que hasta ahora es la izquierda. Que aparece atomizada y sin mensajes fiables -y lo que es peor aún, viables- carente de otro nexo de unión que un casi desesperado afán de poder, pero no ya para construir un mundo más justo como decían sus antiguos profetas, sino para buscarse un mejor acomodo.

¿O no...?

Compartir el artículo

stats