La confianza como el crédito son unos valores que necesitan una vida para conseguirlos, sin embargo se pueden perder en muy poco tiempo.

El escándalo de Volkswagen que ha salido en estos días nos ha conmocionado a todos y es un motivo de reflexión. Alemania motor de Europa y posiblemente el país más trabajador de la UE adolece de un defecto: se creen los mejores de la unión. Históricamente nos han llevado al desastre de la 1ª y 2ª guerra mundial en que finalmente han perdido.

Tengo la experiencia de haber tenido una empresa en Alemania de distribución textil durante más de cinco años y aparte de venderles treinta mil camisas mensuales les comprábamos cientos de miles de tejidos sintéticos que eran la gran moda de aquellos años 70 y 80 del pasado siglo. Recuerdo que compramos una partida de cien mil metros de tejido afelpado a un ancho de 100 centímetros. Llegado a fábrica este tejido se hizo el control de calidad y me advirtieron que la partida en vez de tener 100 centímetros de ancho venía con 80 centímetros. El perjuicio para nosotros era enorme pues el consumo de una camisa con este ancho era de un 30% más.

Me puse en contacto con el representante de la empresa que era un alemán afincado en Barcelona y la primera reacción fue que no podía ser pues su fábrica de Alemania hacía un riguroso control de calidad. Yo le dije que había dado orden de no pagar esta partida de tejidos hasta solucionar este asunto. Al final mandaron un ingeniero de origen ruso que vino a comprobar lo que nosotros manifestábamos. Escogió a voleo 20 piezas distintas de la partida y pudo comprobar que el ancho del tejido era 80 centímetros.

El problema surgió cuando el ingeniero que había mandado la compañía alemana me dijo: como vaya decir a mi director general que vosotros tenéis razón y que tenemos que hacer un descuento del 30% para compensar el mayor consumo. Al final nos hicieron el descuento y el tejido empezó el proceso de fabricación de camisas. En el caso de Volkswagen el error y el escándalo es más grave y complejo, las emisiones de C02 son cada día más exigentes y estas normas no son arbitrarias sino coherentes. Por desgracia el hombre ha contaminado el planeta en un siglo más que en los 30 siglos anteriores, si no tomamos medidas sería nuestro planeta inhabitable.

El conseguir rebajar el C02 encarece el costo de los motores y algunos amigos míos ejecutivos de grandes empresas del automóvil me comentaban que no entendían como el grupo Volkswagen podía ser tan competitivo. Volkswagen lo conseguía con trampa. No quiero demonizar a Alemania porque la conozco y soy un gran admirador de este gran país, con 100 millones de habitantes, que ha dado al mundo personajes de la filosofía como Engels o científicos de la categoría de Einstein.

Lo importante en la vida a nivel personal, empresarial o institucional es hacer las cosas bien. Tenemos que pedir a Dios un sentido de equilibrio para aspirar a lo más alto pero sin trampas.

*Miembro del Club 55