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Ceferino de Blas.

Si al Celta le va bien

Tesis: existe una relación directa entre la situación sociológica de Vigo y las clasificaciones del Real Club Celta. Es decir, al equipo le va bien cuando la ciudad atraviesa por buenas rachas y viceversa, si le va mal, el club no levanta cabeza.

No se ha publicado ningún estudio sobre la cuestión, que debiera figurar entre las tareas de alguna Facultad de la Universidad viguesa, que a veces nos sorprende con trabajos curiosos, pero lejanos.

Hasta tanto se haga, y con permiso del Cronista (con mayúscula) del R. C. Celta, Fernando Gallego, que ha acopiado un inmenso cúmulo de datos sobre el equipo desde su fundación para delicia de aficionados y suerte de historiadores y sociólogos, vamos a aportar, a modo de aproximación, unos ejemplos introductorios al tema.

Ya dice Umberto Eco, en su clásico manual para doctorandos, "Cómo se hace una tesis", que las citas sirven para corroborar y ampliar el enunciado del trabajo a realizar. Veamos.

Primer dato. El RC Celta nació en 1923, fruto de la fusión de sus ancestros, el Vigo y el Fortuna, que competían desde la prehistoria futbolística local. En los años veinte Vigo vivía un boom urbanístico, de las industrias pesqueras, los astilleros y el transporte marítimo. Era el puerto de mayor movimiento de pasajeros de España. Al mismo tiempo experimentaba un auge social y cultural como pocas veces ha habido, tras la fundación de dos grandes periódicos, "Galicia" y "El Pueblo Gallego", que venían a competir con el decano de la prensa regional. Esta gran plataforma informativa potenció el fútbol como deporte de masas.

En este contexto el Real Club Celta, impulsado por dos hombres del Faro, Handicap y Juan Baliño, inicia una brillante andadura. Así empezó a fraguarse la sintonía anímica entre el equipo y los vigueses y surgió el celtismo. El fútbol tenía entonces sus reglas sociales y la gente se vestía de fiesta, con traje, para acudir al estadio que llenaba cada domingo. (Vean imágenes de época de Pacheco y otros maestros de la fotografía.)

Segundo dato. A pesar de las penurias causadas por la guerra y el aislamiento, los años cincuenta son el periodo, comparativamente con el resto del país, más boyante de la ciudad. Se crea la Zona Franca, llega Citroën, y cambia la sociología del entorno, al ceder las industrias pesqueras el protagonismo a la automoción.

El Celta es por estos años un equipo puntero, que derrota a los grandes. El ejemplo más llamativo es que el Real Madrid ficha a sus dos estrellas, Muñoz y Painho, por una cantidad exorbitante para el momento: un millón de pesetas. Puede afirmarse que en Vigo comienza la carrera de fichajes futbolísticos, a golpe de talonario, que prosigue con las cifras mareantes, y escandalosas, de los traspasos actuales.

Tercero y último, para no alargar la enumeración. En estos tiempos Vigo comienza a levantar cabeza económicamente tras una prolongada crisis. Sobre todo se encuentra en una fase de liderazgo político como pocas veces ha ocurrido. En consecuencia con lo dicho, es lógico que el equipo ocupe un lugar de privilegio y sea la admiración de propios y extraños.

Esta simbiosis entre el equipo y la ciudad, de la que es un símbolo, no es una casualidad. Responde a una relación sociológica arraigada. El Real Club Celta, que lleva el genitivo de pertenencia de su ciudad, no es una sociedad más, es algo más profundo, con el que se identifica la mayoría de la población. Por eso puede afirmarse que es un estado de ánimo para los vigueses. De ahí que deje sedimentos emocionales, según sean los resultados.

Lo mismo ocurre con la ciudad. No es lo mismo que se perciba viva, en crecimiento, por lo que emana alegría que se sienta en crisis, decreciente y alicaída lo que la lleva a destilar tristeza.

El efecto de cualquiera de esas situaciones es inmediato en la ciudad y el equipo, como si se tratara de vasos comunicantes. Ambos estados de ánimo responden a las distintas sensaciones y los ciudadanos identifican las efervescencias o los decaimientos, porque los comparten.

Por eso, uno de los barómetros determinantes del estado de ánimo del vigués es la marcha en la clasificación del Real Club Celta. Porque si el el equipo está en alza, también la ciudad y viceversa.

Lo expuesto es una ligerísima aproximación al tema, que requiere y merece la atención académica de un estudio riguroso y concienzudo que lo pruebe. A ver qué profesor se anima a encargárselo a un alumno aventajado o éste lo propone. Incluso si no le gusta el fútbol para mayor garantía de probidad científica.

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