La posibilidad de que España incumpla con los objetivos de déficit apalabrados con Bruselas ha saltado a la actualidad informativa en las últimas semanas. En lo que atañe a 2015 no es ninguna novedad; aunque obviamente no es lo mismo que lo sugiera la Autoridad Fiscal o Funcas que el examinador. En todo caso, el primer matiz a introducir es que la desviación no es inevitable y su dimensión será relativamente pequeña. Dicho esto, es cierto que si el objetivo era la responsabilidad fiscal, el gobierno se ha equivocado al tomar medidas como el adelanto de la rebaja del IRPF prevista para 2016. Las elecciones mandan.
Sobre 2016, la situación es muy diferente. Los Presupuestos no son expansivos. Se prosigue con la reducción del gasto público sobre el PIB y el déficit. Es verdad que se contemplan medidas no previstas en el Plan de Estabilidad hasta 2018: en particular, lo que tiene que ver con los gastos de personal. Pero se recortan otras partidas de gasto y se equilibra. Si la coyuntura favorable se mantiene, podrían cumplirse perfectamente si la administración central y las corporaciones locales compensan las posibles desviaciones de autonomía y Seguridad Social. Y el desiderátum de Bruselas de modificar el presupuesto va a ser de hecho una realidad inevitable desde un punto de vista político. Aquí me parece que se encuentra lo más censurable. Dado el escenario demoscópico desde hace muchos meses, hubiese sido más razonable y lógico adelantar las elecciones a la vuelta del verano y aplazar los presupuestos lo necesario para que el nuevo gobierno los haga de cero respetando los compromisos en materia de estabilidad presupuestaria para 2016. Y, en paralelo, no aplicar medidas no contempladas en los PGE-2015y que, como ahora vemos, pueden poner en riesgo esos objetivos en el ejercicio en curso.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP
