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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Un liderazgo con alma

En la ciudad donde resido, tuvo lugar el congreso anual de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos. Presidió la clausura el rey Felipe VI y en el transcurso del acto se escucharon algunas reflexiones de cierto interés, al margen de los convencionalismos habituales. El Rey apeló a la necesidad de exigencias éticas en el mundo de los negocios y pidió a los empresarios que busquen modelos económicos que hagan compatibles las demandas crecientes de energía con el normal desarrollo de la vida en el planeta. El presidente de la Xunta ofreció Galicia como un "lugar adecuado para invertir" sin especificar en qué condiciones. Y el alcalde, que parecía el pequeño Frodo (un famoso personaje de El señor de los anillos) rodeado de enemistosos habitantes de la Tierra Media, vaticinó que "no saldremos de la crisis ni habrá recuperación económica mientras el modelo financiero conduzca a la depredación, la codicia y al dinero por el dinero". Pero el interés de la audiencia (1.500 ejecutivos) estuvo centrado, como es lógico, en la intervención de los grandes empresarios, algunos de los cuales se esforzaron en dar una imagen humana de los negocios que dirigen. Así, por ejemplo, don Pablo Isla, presidente de Inditex, el asombroso fenómeno financiero nacido en la ciudad a partir de una modesta fabricación textil, reveló que el secreto del éxito de la multinacional creada por Amancio Ortega reside en que funciona como una pequeña empresa familiar, como esas en las que el ojo del dueño no pierde de vista ni el más mínimo detalle. En la misma línea de exaltación de los valores espirituales como complemento ideal de las iniciativas empresariales, compareció en la tribuna Isidre Fainé, presidente de Caixa-Bank. El señor Fainé hizo un discurso que hubiera conmovido a San Ignacio de Loyola. Empezó haciendo un elogio del "liderazgo con alma", y luego pasó a explicar que el modelo empresarial que defiende "no es manipulador ni coactivo sino que atiende a la naturaleza del ser humano y sabe sacar lo mejor de cada uno". Menos espiritual y filosófico que Fainé estuvo Alierta. El presidente de Telefónica quiso halagar a la audiencia afirmando que los ejecutivos latinos son claramente mejores que los anglosajones ("aquellos que antes nos miraban por encima del hombro") y pidió la eliminación de las excesivas regulaciones estatales que tanto nos perjudican. Pero las declaraciones más polémicas, o enjundiosas, las hizo el financiero mexicano Carlos Slim, uno de los que aspira con Amancio Ortega al título de "hombre más rico del mundo". Según Slim, los gobiernos deben reducir su papel y dejar en manos privadas las inversiones. Además de eso, insistió en su conocida fórmula para salvar de la quiebra al sistema de pensiones: alargar la vida laboral y trabajar hasta los 70 o los 75 años. Es decir, morirse al poco de jubilarse y no dar la lata. Por último, dejó una frase memorable: "Los problemas son cobardes, cuando los enfrentas, huyen". Dígale usted eso a quien tiene que vérselas con un león, sin un arma a la mano. Y quien dice un león, a cualquiera que tenga que enfrentarse con algo, o alguien, muy superior a las propias fuerzas.

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