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La historia de Vigo como acontecimiento turístico

Está en alza la tendencia europea de configurar los bienes culturales de las ciudades como recurso turístico. Vigo tiene un amplio capital de episodios históricos, pero le hace falta una estrategia que diseñe la recuperación de todo ese patrimonio inmaterial. Hay que convertir ese capital histórico en riqueza turística de futuro, apostando por el estudio de proyectos que permitan volver la vista a aquellos acontecimientos más relevantes y técnicamente realizables. Naturalmente, gestionados y producidos con mucha exigencia artística.

Nuestra metrópoli está modelada con la huella de hazañas históricas de acusada identidad cultural. Cada lugar tiene motivos para organizar su fiesta medieval o una efemérides histórica importante, caso de la Festa da Reconquista viguesa. En estas líneas de FARO hemos propuesto hace tres años a Islas Cíes como Patrimonio de la Humanidad. Imagino, por ejemplo, los espectáculos nocturnos de la escuadra inglesa de Francis Drake en sus periplos por la Ría de Vigo (1585), a donde puedan concurrir empresas especializadas europeas o locales, ofreciendo un programa de actividades de calidad y con ambientación real de época, con recepciones y degustaciones a bordo, y una buenísima promoción mediática. La mayoría de los grandes espectáculos históricos que se ofrecen en Francia, Italia o Reino Unido, han tenido sus inicios en esa conservación del patrimonio histórico inmaterial y su utilización productiva y cultural, como nos ha comentado el fundador del elegido como el mejor parque histórico del mundo 2014, Le Puy du Fou (La Loire, Francia), en un atardecer del verano vigués.

Imagínense la fantasía de importantes espectáculos, brillantes, con identidad cultural, como los asaltos de los piratas berberiscos a nuestras costas (1617) o recreaciones con los barcos corsarios vigueses con el alcalde Buenaventura Marcó al frente, figura incipiente de la burguesía viguesa y el primer concesionario para hacer de Vigo puerto de comercio con América (1779). También podrían ser originales hologramas luminosos sobre fachadas urbanas con las "Cantigas" de Martín Códax (s.XIII) o sobre los pasos de Pedro Madruga, dueño de la villa de Vigo (1474). Ya no digamos atreverse con la recreación de la mayor batalla naval que han conocido las costas españolas: la gran Batalla de Vigo (Rande, 1702) con la presencia de miles de turistas figurantes. ¿Quién no pagaría por sentir el asalto artillero del galeón Sto. Cristo de Maracaibo, de escuchar las proclamas y las mismas sensaciones musicales de siglos atrás?

Este tipo de turismo revalorizaría del patrimonio cultural vigués, en base a los atractivos histórico-artísticos que busca el visitante, además de permitir el aumento de pernoctes y gastos diarios que realiza en destino. Por su singularidad, la Ría de Vigo es un excelente laboratorio para el desarrollo de posibilidades turísticas que pueden funcionar la mayoría de los días del año. Esta nueva creatividad turística, además de reafirmar la identidad local, vigoriza el orgullo y el sentimiento de pertenencia metropolitana y la creación de infraestructuras turístico-culturales permanentes.

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