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La ampliación del puente de Rande

El puente de Rande es una gran obra de ingeniería. En su momento, fue referencia en el mundo y premiada. Es, además, una obra bella y un símbolo entrañable para la ciudadanía del área metropolitana de Vigo. Hoy están en curso las obras de su ampliación pero, día a día, al usuario que lo cruza los ojos se le clavan en un tajo vacío, como de obra parada. ¿Un compás de espera? ¿A la espera de qué?

El puente de Rande ampliado es una buena noticia para el área metropolitana de Vigo. Será su calle ancha. El coche privado se aplica de mil maneras en la religión del automóvil, lo mismo tapona un puente que libra del tormento del escaso transporte público disponible. Difícil esperar a ver quién se lleva la parte del león de las inversiones, si los soportes de infraestructura o la mejora de los equipamientos de movilidad. Lo cierto es que, hoy por hoy, el coche se usa mucho.

El puente se amplía para aumentar su capacidad de caudal circulatorio. Para ello, indefectiblemente, hay que ensanchar su sección transversal. La solución adoptada optó por recrecer hacia afuera, por el exterior de los dos grandes pórticos de sustentación. En cada sentido se adosa limpiamente un nuevo tablero. Una solución de diseño pulcro y perceptivamente respetuosa con el magnífico puente actual.

¿Hay dudas ahora? En efecto, parece ser auténtico. Se plantearon cambios en el proyecto y, que se sepa, se rechazaron. No obstante, no trascendió ningún avance al respecto de las obras y las incertidumbres. Tantear modificaciones buscando la optimización de costes no es cosa rara (otra cosa serían las triquiñuelas), pero en todo caso se requiere una comparativa y convincente argumentación. Y aquí las alteraciones planteadas son muy sustantivas respecto del proyecto en ejecución.

La AP-9 recorre Galicia de norte a sur siguiendo la depresión meridiana. Entre los fondos de ría, de Pontevedra y Pontesampaio, al oeste, y las sierras do Suido y Faro de Avión, al este, se estrangula el paso natural. Un embudo estratégico. Por aquí canalizaron, los romanos la vía XIX y Almanzor su avance sobre Santiago; aquí Pedro Madruga tenía en Soutomaior la llave de paso, y el mariscal Ney conoció la derrota. ¿Qué hace la AP-9 al llegar a este desfiladero de grandezas?

Sin sombra de duda, lo abandona y abre un camino alternativo hacia Tuy. No huye de nada, simplemente encara la ciudad de Vigo del modo más directo. La orografía y los nuevos recursos tecnológicos ya clavaran el nuevo paso en el estrecho de la ensenada de San Simón. Destella así, el puente de Rande. Un remake de Pontesampaio, un digno continuador de la saga de sus progenitores. No le falta pedigrí. A la actual ampliación en curso se le debe exigir la máxima sensibilidad y respeto.

La actuación es además muy limpia conceptualmente: una rehabilitación. Regenerar algo ya construido, aprovechar lo existente. Adaptarlo a la intensidad de tráfico y ganar años de utilidad y buen servicio. Tras esta ojeada sobre su significación territorial y pulso en rehabilitar, tan sólo recalcar que el puente es realmente brillante. No se puede agrisar. Y todo ello, suscita la respuesta a las preguntas formuladas al inicio. No puede ser otra que seguir con la obra y aferrarse al proyecto original.

Como si nada, no cabe quedarse sin chistar. Ahora, es la ampliación del puente de Rande quien parece entrar en lista de espera, justo en el momento en que, al fin, el área metropolitana va a salir de su larga noche. Elocuente. ¿Es Vigo una ciudad en lista de espera? Estamos desprotegidos: el tiempo también es una mercancía.

*Arquitecto

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