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Joaquín Rábago.

¿Quién osará decirle a Rajoy que "el rey está desnudo"?

Al Partido Popular de Mariano Rajoy le gusta mirar siempre en busca de inspiración hacia Alemania. La canciller Angela Merkel es sin duda el ejemplo que a muchos dentro de ese partido les gustaría seguir.

Pues bien, habría que recordar ahora cómo llegó la hoy "mujer fuerte" de Europa a la cúspide de la CDU: la hija de un pastor protestante nacida en Hamburgo, pero que vivió su adolescencia y juventud en la Alemania comunista, donde se formó como física.

Y habría que recordarlo porque hay un cierto paralelismo entre un escándalo que sacudió a finales de la década de los noventa a la Unión Cristianodemócrata de Helmut Kohl, y la financiación irregular de nuestro PP.

En noviembre de 1999, la Fiscalía alemana dictó orden de detención contra el extesorero del partido Walter Leisler Kiep por evasión fiscal. La CDU había recibido en 1991 en un aparcamiento en Suiza 1,3 millones de marcos del fabricante de armas Thyssen, dinero por el que no se habían pagado impuestos.

El ex secretario general de la CDU Heiner Geissler reconoció la existencia durante años en el partido de una caja B, y el entonces ya excanciller y expresidente, Helmut Kohl, terminó también admitiéndolo tras haberlo negado durante mucho tiempo.

Se supo entonces que bajo Kohl la CDU había ingresado de modo irregular hasta 2,1 millones de marcos de distintos empresarios. El exdirigente asumió la responsabilidad política por lo ocurrido, pero se negó empecinadamente ante la justicia a revelar el nombre de los donantes porque les había dado su palabra de honor de no hacerlo.

Fue entonces cuando Angela Merkel, la joven a la que Kohl había protegido hasta ese momento y que llevaba solo un año como secretaria general, decidió que había llegado la hora de acabar con la era Kohl y pasar página definitivamente.

En un artículo que publicó en el periódico conservador FAZ, Merkel escribió que tal vez sería demasiado pedir a alguien que tenía tras de sí una tan larga carrera política -25 años como secretario general y 16 como canciller- que renunciase a todos sus cargos. Pero Kohl había hecho un grave daño al partido y estaba en juego no solo su credibilidad personal sino de la propia CDU.

El mensaje era claro: si él no aceptaba irse por su propia voluntad, había que separarse de él por el bien del partido.

Rajoy no es por supuesto Kohl. Ni tiene sus méritos históricos ni lleva tanto tiempo en al frente del partido desde que José María Aznar le ungió como su sucesor.

Pero tiene también un escándalo de corrupción y supuesta financiación irregular a sus espaldas, que él sin embargo se empecina en negar, como hizo también Kohl durante tanto tiempo. La principal diferencia es que nadie en el PP parece dispuesto a admitirlo.

Y, sin embargo, habría que preguntarse. ¿Dónde está la Angela Merkel del PP? ¿Dónde está el político o la política con el valor suficiente para decirle a alguien que se empeña en no reconocer la realidad, ya sea la catalana o la del resto de España, que, como en el cuento de Hans-Christian Andersen, "el rey está desnudo"?

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