El solemne acto de inauguración del nuevo Instituto se celebró a primera hora de la tarde del 27 de septiembre de 1927, aunque inicialmente estaba programado a última hora de la mañana, y constituyó para la comunidad educativa todo un acontecimiento por tan alto honor.

El rey llegó al Instituto a pie después de almorzar en la Diputación, acompañado del ministro de Marina, Honorio Cornejo Carvajal, al frente de un nutrido séquito. La reina Victoria efectuó al mismo tiempo una visita al Hospicio y la Inclusa.

El rector de la Universidad de Santiago, Luís Blanco Rivero, encabezó la representación académica junto al equipo directivo del Instituto: Ramón Sobrino Buhigas, director; Daniel Fraga Aguiar, vicedirector; Eugenio Alfredo de la Iglesia Santos, secretario, y Pedro Borras Monné, vicesecretario. El salón de actos estaba a rebosar.

Tal y como requería el protocolo establecido, Sobrino Buhigas empleó su intervención necesariamente breve en agradecer la presencia del rey, ponderar la apuesta de su Gobierno por la enseñanza para engrandecer España y recodar a González Besada, Eduardo Vincenti, el marqués de Riestra y el conde de Bugallal, como impulsores y artífices del nuevo edificio.

El ministro de Marina contestó al director del Instituto y abundó en la preocupación de la Monarquía por mejorar el nivel de la educación, la cultural y el bienestar de todos los españoles.

El rey giró luego un recorrido por el centro y se detuvo especialmente en la sala de Historia Natural, Etnografía y Prehistoria. Allí se interesó mucho por el berilo, un mineral de la provincia de Pontevedra, entonces muy codiciado para su empleo en la aeronáutica. Alfonso XIII demostró sus conocimientos en la materia ante los sorprendidos acompañantes. A la postre, esa resultó la anécdota del acto.

Finaliza la visita, el rey dijo en su despedida que el nuevo Instituto de Pontevedra era uno de los mejores de España y prometió a Ramón Sobrino el envío de una fotografía dedicada en recuerdo de aquel destacado acto.

Un total de 230 alumnos de bachillerato elemental estrenaron el nuevo Instituto de Pontevedra aquel curso escolar 1927-28, que marcó un antes y un después en su dilatada historia.

En general sus calificaciones finales resultaron satisfactorias: 319 sobresalientes, 1.248 aprobados y solo 29 suspensos. Daría González García sumó cinco matrículas, seguida por Ramón Sobrino Lorenzo Ruza con cuatro, Germán Adrio Sobrino con tres, y Juan José Astor García y Luís Martínez Novás con dos matrículas. Los cinco compusieron el cuadro de honor.