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Xabier Fole

el correo americano

Xabier Fole

Un extraño en el Capitolio

Las pretensiones regeneracionistas, su carisma y estilo de vida, en apariencia más austero y convencional, así como la evidente distancia ideológica que mantiene con su predecesor en el cargo, Joseph Ratzinger, ese "pastor rodeado de lobos", según L'Osservatore Romano, han convertido a Jorge Mario Bergoglio en una personalidad de insospechada relevancia en el terreno de las relaciones internacionales. El Papa Francisco es escuchado atentamente por líderes mundiales, intelectuales, periodistas y políticos, quienes parecen ver en él a un "gran reformador", el cual emerge dichosamente, a los ojos de sus partidarios, como guardián de las esencias del "verdadero" cristianismo, encargado de llevar a cabo -si la Curia se lo permite- la transformación más radical en el seno de la Iglesia Católica desde Juan XXIII.

En su primera encíclica, titulada "Laudato si" y enfocada principalmente en la ecología, se afirma, entre otras cosas, que "hay un consenso científico muy consistente" sobre la existencia del cambio climático. Además, según el Papa Francisco, es necesario "rechazar la concepción mágica del mercado, que sugiere que los problemas pueden ser resueltos simplemente con un incremento en las ganancias de compañías e individuos". Tras la crisis financiera internacional, asegura el pontífice, "no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo", y dicho acontecimiento podría haber sido, a su juicio, la "ocasión para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia".

Las mencionadas aseveraciones, sin embargo, no han sentado nada bien a los políticos conservadores estadounidenses, la mayoría de ellos miembros del Partido Republicano, quienes se han visto un tanto aturdidos al verse obligados a contradecir, atacar o reinterpretar al obispo de Roma. Rick Santorum, católico devoto y candidato a las elecciones primarias republicanas, ha confesado que le resulta "difícil escuchar al Papa", y el senador Jim Inhofe, que piensa que el calentamiento global es un "fraude", ha pedido al pontífice que se ocupe de sus propios asuntos. Uno de los más exaltados, quizá, fue Paul Gosar, congresista de Arizona, quien, tras amonestarle por no manifestarse con "autoridad moral contra el Islam violento", escribió que si el Papa "elige actuar y hablar como un político de izquierdas, será tratado como tal". Semejante hostilidad hacia lo que representa su figura, escenificada a través de declaraciones irrespetuosas y en ocasiones fuera de lugar, pone de relieve las contradicciones que residen en algunos políticos católicos, presumiblemente dogmáticos pero paradójicamente desobedientes, que actúan como solitarios portavoces de su verdad. Aunque este tipo de diatribas pueden ayudarnos a percibir otros malentendidos un poco más profundos.

Al comienzo del discurso que pronunció el pasado jueves ante los miembros del Congreso durante su primera visita a Estados Unidos, el Papa Francisco citó una frase del himno nacional estadounidense, "la tierra de los libres y el hogar de los valientes", que provocó una extraordinaria ovación en la sala, haciendo que gran parte de los presentes se pusiera en pie. Una vez cesaron los aplausos, el orador continuó con su alocución y descubrió -aparte del evidente guiño de complicidad hacia el pueblo estadounidense- los motivos de esa cita: "Me gustaría pensar que la razón [por la que me han invitado] es que yo también soy hijo de este gran continente del que todos hemos recibido mucho y hacia el que compartimos una responsabilidad común". De esa manera, el Sumo Pontífice volvía a recordar lo mismo que le había indicado al presidente Obama en la Casa Blanca cuando se presentó, con orgullo, como un "hijo de inmigrantes".

Algunos creyentes son incapaces de comprender, debido a su visión eurocentrista del catolicismo, que, además de guía espiritual y bastión sobre el que descansa una religión entera, Jorge Bergoglio, la persona, nació y creció en Latinoamérica. Alejado de la grandilocuencia y el esplendor que destila el magnetismo romano, fue testigo de las diversas adversidades que padecieron los habitantes del continente, pudiendo comprobar las dificultades que surgen al tratar de explicar el mundo en ese territorio (castigado en buena medida por las consecuencias sociopolíticas del colonialismo) desde la perspectiva de un grupo reducido -e históricamente privilegiado- de países. Su experiencia vital, sin duda, es muy distinta a la de sus predecesores. Por esa razón, la admiración que despierta este Papa genera escepticismo en aquellos que, al verse irónicamente desplazados por su discurso integrador, creían haber obtenido la salvación pensando que ellos eran los únicos con la suficiente autoridad para proclamarla. Según los resultados de una encuesta publicada por la cadena de televisión ABC News y el periódico Washington Post, el Papa Francisco goza de un índice de aprobación bastante elevado entre los estadounidenses católicos y no católicos (70%), mientras la iglesia a la cual representa no parece ser admirada de la misma manera (55%). La diferencia que existe, en términos de popularidad, entre la institución y su dirigente, muestra lo lejos (tanto filosófica como geográficamente) que ha estado el Vaticano de la realidad social de sus feligreses.

Cuando el Papa promueve la conservación del medio ambiente, advierte sobre los peligros de la desigualdad y recuerda a los países desarrollados que, más allá de los problemas o beneficios económicos, la inmigración es una cuestión humanitaria, no sólo está renovando el desgastado mensaje de la Iglesia o, como algunos dicen, recuperando su autenticidad al regresar a sus orígenes, sino que está asumiendo una responsabilidad moral e intelectual que trasciende el ámbito religioso. "Un buen líder político es aquel que, con los intereses de todos en mente, aprovecha la oportunidad en un espíritu de apertura y pragmatismo", dijo Francisco a los congresistas. La frase iba dirigida a los legisladores, pero el Papa pensaba, por supuesto, en sí mismo.

* Periodista gallego

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