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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Catalanes en la radio

En un momento determinado, la SER (Sociedad Española de Radiodifusión) contrató a un grupo de buenos y destacados periodistas catalanes para ocuparse de los principales programas de su cadena de emisoras. Tuvieron éxito y muy pronto sus nombres (Josep Ramoneda, Àngels Barceló, Gemma Nierga, José Martí, Carles Francino, etc.) se hicieron familiares entre los millones de personas que escuchan habitualmente la radio. Desconozco si (al margen de méritos profesionales de los contratados y estrategias comerciales de la empresa) la dirección de la SER ya intuía entonces que uno de los principales problemas del Estado, y por ende de su negocio, iba a ser la cuestión catalana y había que prepararse con tiempo para enfrentarlo serenamente. Y sobre todo contando con personas conocedoras del terreno por razón de su pertenencia a esa comunidad. Una experiencia por la que la cadena de emisoras ya había pasado durante los años peores del conflicto vasco cuando era director de su principal programa informativo el periodista donostiarra Iñaki Gabilondo. Sea lo que fuere, casualidad o visión de futuro, la contratación de esos profesionales catalanes se revela ahora como un acierto en la medida que aportan un punto de serenidad y equilibrio en un panorama radiofónico que tiende al desquiciamiento y a la bronca. Oyéndoles hablar estos días sobre el debate soberanista en su país de origen, se percibe en su voz un soterrado tono de tristeza al verse obligados a informar sobre un contencioso que empieza a derivar peligrosamente hacia un choque de carneros. Comprendo su incomodidad.

Todos los procesos de separación, tanto de matrimonios como de países, son especialmente desagradables en la medida en que los sentimientos se imponen demasiadas veces al raciocinio y encontrar un equilibrio entre intereses contrapuestos se hace imposible. Imagino que, entre ese grupo de periodistas de la SER, y dentro del margen que les concede la línea editorial de quien les paga (claramente no independentista), convivirán diversos grados de catalanismo político y diversas formas también de concretarlos legalmente. En cualquier caso, hay que felicitarlos por el tono ecuánime con que se manifiestan.

La radio es un medio que denuncia inmediatamente las alteraciones de ánimo en la voz, y por eso suele decirse entre profesionales que la intencionalidad irónica no es perceptible (salvo en el caso raro de Miguel Ángel Aguilar, que lo ha conseguido mediante un tartamudeo y unos murmullos sarcásticos muy estudiados). Pero no en todos los foros radiofónicos ocurre lo mismo. En buena parte de las emisoras han contratado tertulianos catalanes muy belicosos con el proceso soberanista. Los tertulianos catalanes muy belicosos con el proceso soberanista son muy apreciados en este momento y han venido a ocupar el hueco que dejaron los socialistas arrepentidos del socialismo. Y ya no digamos con los furibundos excomunistas arrepentidos de su pasado comunista, con el señor Jiménez Losantos a la cabeza. Todos estos echan fuego por la boca y contribuyen no poco al incendio que de momento nadie parece en condiciones de apagar. A partir del próximo domingo, con los resultados de las elecciones en la manos, habrá llegado el momento de averiguar si los sentimientos de independencia equivalen de facto a la independencia. Nacer de un embarazo previo es natural. Nacer por mutilación de otro estado es otra cosa.

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