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Santiago Lago Peñas.

Algo no encaja

El mejor documento para conocer la estrategia global y a medio plazo del gobierno es el Programa de Estabilidad 2015-2018. En él se detalla cuál será la evolución de ingresos y gastos y sus diferentes componentes en los próximos tres años y medio. Bajo dos hipótesis: que el escenario macroeconómico se asemeje al previsto y que los resultados de las elecciones le permitan seguir al frente. Imaginemos que se cumplieran las dos. El cuadro adjunto muestra lo que ocurriría. El gasto público prácticamente se congelaría en euros totales (la reducción de población compensaría el incremento de precios), lo que permitiría que la ratio gasto sobre el PIB volviese a los puestos de cola en la Unión Europea. En educación seríamos probablemente el país de la UE-25 que menos invertiría. Y en sanidad estaríamos cerca de la cola.

Por eso chocan las decisiones y anuncios que se están haciendo y que tienen una repercusión directa y expansiva sobre el gasto. La recuperación del poder adquisitivo de los empleados públicos o la convocatoria de oposiciones para reponer al 100% de los jubilados pueden ser vistas como lógicas y justas. Pero no son compatibles con lo proyectado. Los Presupuestos Generales del Estado para 2016 reflejan ya esa tensión. Por eso creo que la próxima actualización del programa de estabilidad, la haga quien la haga, va a dibujar un escenario distinto, con menos austeridad en el gasto y más expansión en los ingresos. Porque es verdad que podemos gastar mejor y que existe margen para ser más eficientes; lo que exige mucha más ambición reformista en el ámbito de la administración pública. Pero no lo es que en España gastemos mucho y que sobren empleados públicos.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP

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