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Javier Cuervo.

Un millón

Javier Cuervo

Esnifando a papá

El guitarrista de "Rolling Stones", Keith Richards, aspira a ser aspirado. En la última de sus rutinarias declaraciones para sorprender a su público ha dicho que, cuando muera, quiere ser incinerado y que sus hijas Theodora y Alexandra, esnifen unas rayas de sus cenizas. Cumpliendo el ciclo bíblico, Richards ha sido polvo que volverá al polvo, como cualquiera, pero mucho más. Richards, que ha sido polvo y aspiradora, quiere ser pulverizado y aspirado.

No merecen levantar ninguna polvareda las palabras del segundo Stone. Por la nariz aspiradora de Keith ha pasado el equivalente a diez limpiezas generales del palacio de Buckingham. Aspiradora industrial Richards. En sus fosas nasales, Richards ha enterrado una fortuna para diez vidas normales y el polvo de cien cuerpos incinerados. Cementerio Keith.

La nariz de Richards no conoce aire que no tenga partículas en suspensión (tampoco la nuestra, sometida a la contaminación atmosférica) pero el guitarrista estuvo bajo su "smog" particular incluso en Fidji, Oceanía, al este de Vanuatu, al oeste de las Tonga y al sur de las Tuvalu, tierra, mar y cielo vírgenes donde cayó desde la rama de un cocotero y en la cuenta de la conveniencia de dejar la cocaína.

Si Richards fue alguna vez niño, cosa que pocos pueden recordar, ¿sería de los que empiezan metiéndose un guisante en la nariz y luego persisten en el error de intentar alimentarse por vía nasal? No es tan cierta la frase de "somos lo que comemos" como la de "somos lo que esnifamos". Quien esnifa cocaína habitualmente es cocainómano. (Esnifar es vocablo de origen onomatopéyico y procedencia inglesa reconocido por la Academia, que uso para evitar equívocos que se dan en "aspirar". Sólo a veces somos lo que aspiramos). "Somos lo que esnifamos", de ahí el plan de Richards para pasar del último hálito a ser inhalado por sus descendientes. Qué pena. Snif.

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