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Santiago Lago Peñas.

Sobre la leche gallega

Los ganaderos gallegos tienen razón en muchas cosas. Su actividad es clave para el equilibrio territorial y para mantener trabajadores (y, por tanto, familias) en el ámbito rural. Los precios que perciben por la leche no les permiten cubrir costes. Si nada cambia, la inmensa mayoría están encaminados al cierre. La industria disfruta de una posición de poder respecto a los ganaderos; y la gran distribución comercial aprieta, a su vez, a la industria. Los productores pintan poco en la ecuación de precios. Por todo lo anterior, es lógico que los ganaderos se hayan hartado y participen en una acción colectiva de protesta. Lo raro es que no haya pasado antes.

Dicho esto, soy pesimista si no se produce una transformación radical en el sector lácteo gallego. Por el lado de los costes, es urgente que las vacas pasten y dejen de comer caros piensos. Nuestro problema no es la falta de tierras. Es su abandono. Necesitamos que decenas de miles de hectáreas hoy desaprovechadas se conviertan en espacios de pasto. Este cambio generaría efectos positivos en otros frentes además del coste. Permitiría poner en valor tierras hoy abandonadas, con lo que ello supone en términos estéticos y de riesgo de incendios. Pero mejoraría la propia calidad de vida de las vacas y de su leche.

Precisamente, la calidad es el segundo vector fundamental de actuación. La leche gallega no puede ser una commodity, un producto estándar y equivalente al de muchas otras partes. Hay que explotar la imagen de marca y ser capaces de posicionarse en el mercado como algo de calidad superior, por el que se debe pagar más.

Pero todo lo anterior es insuficiente si no se da un vuelco al poder de mercado. Ya está inventado. Las lecherías suizas lo hacen desde hace tiempo. Cooperativas de ganaderos a escala local o comarcal que se encargan no solo de recoger la leche, sino de transformarla en productos de alto valor añadido (quesos, yogures, helados?) que es donde aparecen los márgenes más importantes, y de venderla directamente incluso. En Galicia tenemos algún ejemplo brillante en esta línea, como Casa Xanceda, que está aliada con Gadisa en la distribución.

Por tanto, es posible. Los productos lácteos de alta calidad (y precio) en España deberían ser los gallegos. Y dejemos a otros que se dediquen a las marcas blancas y las vulgares commodities. Trabajemos todos para ello al tiempo que buscamos parches para el corto plazo.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP

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