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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

La invención de una nación

La masiva celebración de la Diada en Cataluña -la riada humana ocupó cinco kilómetros de largo en la avenida Meridiana- ha sido observada desde la orilla española con la misma fascinación del que ve pasar la crecida de una apabullante masa de agua en un cauce normalmente seco.

Ahora todos nos preguntamos si esa expresión tan caudalosa del independentismo sentimental será un fenómeno político transitorio , como esas "gotas frías" del final del verano en las localidades costeras del Mediterráneo, o, por el contrario, pudiera derivar en la mutilación territorial de un estado (el nuestro actual) para propiciar el nacimiento de otro nuevo, que forzosamente ha de conservar buena parte de los rasgos identitarios de aquel de quien procede. Al fin y al cabo, Eva fue creada a partir de una costilla de su compañero Adán.

El asunto es de importancia máxima y ha de prestársele la atención que merece. Una vez fracasada la vía armada a la independencia en el País Vasco, y a expensas de que desde el norte de África surja una nueva fuente de conflicto, no se ve en el horizonte geopolítico, nada que deba de preocuparnos más que el contencioso catalán. Al fin y al cabo, España,en su configuración actual, es la cuarta potencia en el área del euro y Cataluña roza el 20 % de nuestro Producto Interior Bruto. Por tanto, está fuera de toda discusión que, inicialmente, la escisión sería un malísimo negocio para las dos partes, al margen del previsible incremento de la hostilidad entre las poblaciones concernidas, incluida aquella que dentro de Cataluña se opone radicalmente a la independencia.

Ahora bien, para solucionar un problema la primera tarea es conocer las causas que lo han provocado. En su libro "La Invencion de la nación " el brillante escritor norteamericano Gore Vidal hace una cita de Thomas Jefferson a propósito del sentimiento independentista que en el año 1860 animaba a los estados de Sur a separarse de la Unión. "Cuando en el curso del acontecer humano -escribía Jefferson- un pueblo siente la necesidad de disolver los lazos políticos que le han unido con otro, y de asumir, entre los poderes de la tierra, la situación independiente e igualitaria a la que le dan derecho las leyes naturales y las de Dios, un respeto decente a la opinión de la humanidad le obliga a manifestar las causas que le impelen a la separación".

Pues bien, invocando ese "respeto decente" de que hablaba uno de los padres de la patria norteamericana, eso es lo que deberían haber hecho los dirigentes secesionistas catalanes con la población española no beligerante (una inmensa mayoría) respecto de las causas que le impelen a la separación. Una explicación que nunca ha llegado de forma nítida y que hasta pudiera haber permitido a buena parte de la opinión pública entender la justeza de algunas de las alegadas. Las que hemos oído (pleito sucesorio dinástico entre Felipe de Borbón y el archiduque Carlos de Austria, corrección del estatuto por el Constitucional, o supuesta injusticia de la contribución fiscal) no parecen de entidad suficiente para justificar algo tan traumático. Comparado con ellas, la hipotética exclusión del Barça de la Liga española debería ser considerado como un daño irreparable.

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