Los 120 barcos que conforman la Asociación del Cerco de Galicia (Acerga) tenían asignada una cuota anual de jurel de 1.430 toneladas. La pesquería, al haber sido agotada oficialmente, fue cerrada. Pero como la flota necesitaba pescar algo más, se solicitó un adelanto de la cuota del año 2016 y se limitó las capturas a una tonelada semanal por barco.

Hete aquí, sin embargo, que en el puerto de A Coruña, un pesquero con base en Laredo y perteneciente a la Lista 3ª, descargó días pasados la nada despreciable cantidad de cuarenta toneladas de jurel capturado en aguas gallegas y en una sola jornada de faena.

Tal descarga se produjo a la vista de todo cuanto transeúnte circulara por las inmediaciones, obnubilados ante semejante exhibición de poderío y conscientes de que muchos barcos gallegos no disponen de esta cantidad descargada y vendida aquí como cuota para todo el año.

Al tiempo que circula en las redes sociales, la noticia fue transmitida por los interesados a las máximas autoridades pesqueras de España y Galicia para que, además de tomar nota, pudieran facilitar una explicación a los indignados marineros que comprueban a diario cómo el servicio de Inspección Pesquera parece centrar su actividad en unos objetivos que, teóricamente, no son los que integran la totalidad de la flota del Cantábrico Noroeste. Y cuarenta toneladas en una sola jornada no se capturan todos los días. Máxime conociéndose como se conoce la prohibición de capturas superiores a los mil kilos por barco y semana.

O aquí hay alguien que esconde la cabeza bajo el ala y hace que no ve, o resulta incomprensible para la mayoría que una anomalía de tales características se produzca sin que nadie se escandalice por lo que acontece en un puerto, el de A Coruña, que se dice es uno de los más vigilados de España por los respectivos servicios de inspección pesquera de la Secretaría General de Pesca, por la Consellería do Mar, por la UE y hasta por el servicio marítimo de la Guardia Civil.

El pesquero cántabro en cuestión está perfectamente identificado, pero no se tienen noticias de que haya sido llamado al orden del mismo modo que se hace con las embarcaciones gallegas. Y digo yo si será por una cuestión de bula o, simplemente, que Matarile se fue de fiesta y perdió las llaves del entendimiento en el fondo del mar.