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Piloto de rally

Una fatalidad impredecible sobre la que mejorar

Cuando suceden determinadas catástrofes, se te quedan grabados en la memoria muchos detalles que de otra forma parecerían insignificantes. No sé si ustedes me entenderán. Prueben a imaginar dónde estaban cuando se enteraron del accidente del Alvia, el atentado de la estación Atocha o la caída de las Torres Gemelas de Nueva York.

Creo que yo no voy a olvidar jamás dónde estaba hace ahora siete días y unas cuantas horas, junto a mi copiloto Javier Varela. Compitiendo en Rally de A Coruña, disfrutando de una excelente jornada de carreras y pensando en que el segundo puesto que ocupábamos en ese momento nos iba a servir para liderar el Campeonato Gallego. Pensando qué neumáticos emplear en la siguiente sección, y en cómo íbamos a afrontar la pasada nocturna por los tramos. Cosas que poco después pasaron a no importarme absolutamente nada, ante la tragedia que acababa de producirse.

Sergio Tabeayo y Luis Miguel Prego estaban disfrutando de un deporte que miles de personas amamos en Galicia. Pero tuvieron la fatalidad de salirse de la carretera alcanzando a un grupo de espectadores, con los macabros resultados que todos conocemos. Una absoluta tragedia para la que nadie, absolutamente nadie, está preparado. Desde aquí mis condolencias a las familias de los fallecidos, así como mucho ánimo a los heridos, y por supuesto todo mi apoyo a Sergio y Luis Miguel, así como a la organización y a todas las personas afectadas por este fatal accidente.

Quiero recalcar aquí la palabra "fatal", porque creo que la fatalidad tiene mucho que ver en las circunstancias del mismo. Es evidente que hay opiniones más expertas que la mía en cuanto a aspectos concretos de la seguridad, pero en base a mi experiencia como piloto creo que se cumplían los estándares de seguridad necesarios. Hay situaciones que simplemente son impredecibles. Y no sólo en los rallyes, sino en la vida cotidiana.

Al margen de ello, no debemos bajar la guardia en cuanto a la seguridad, y elevar el listón en lo posible. Porque si de algo tan trágico como este accidente es posible que saquemos algo positivo, no tenemos más remedio que hacerlo. Porque nadie en el mundo del motor queremos ni podemos permitir que esto vuelva a suceder. La seguridad en los rallyes ha mejorado a lo largo de toda la historia de los mismos, y no tengo ninguna duda de que seguirá mejorando, a todos los niveles.

Debo decir que me han disgustado mucho algunas opiniones que he escuchado esta semana, en las que percibo claros intereses políticos. Sabido es que hay una guerra entre las federaciones gallega y nacional, pero sinceramente creo que las diferencias deben dejarse a un lado en momentos como éste. En determinadas situaciones todo el automovilismo debería permanecer unido. No he visto que Carlos Gracia y otras personas afines a él se manifiesten en esta línea. Tal vez tengan buenas intenciones, pero como digo, yo no las he percibido.

Además ha habido declaraciones que me parecen muy aventuradas e imprudentes, porque hay accidentes que pueden sucederle a cualquier organización. Recuerdo cuando a Pedro Martínez de la Rosa se le soltó una rueda de su Fórmula 1, y ésta impactó contra un comisario quitándole la vida. ¿Hay poca seguridad en los circuitos de la F1? No ¿Quién podía predecir un accidente así? Nadie.

En las carreras de coches existen unos riesgos que, por lo general, están limitados a aquellos que las practicamos. Y para cuando sucede un accidente, los pilotos y copilotos contamos con una serie de medidas de seguridad para minimizar las consecuencias: Usamos un casco con soporte de cuello, vestimos indumentaria ignífuga, y nos sentamos en un habitáculo rodeado de una jaula de seguridad, desde el que se acciona a voluntad un sistema de extinción de incendios? Esas y otras precauciones cumplen casi siempre su cometido, pero incluso de vez en cuando hay accidentes en los que podemos hacernos daño. A mí por ejemplo me sucedió hace un par de años, cuando peleaba por volver a ganar el Rías Baixas.

El caso de los espectadores es totalmente diferente, porque en lugar de tantos dispositivos y precauciones, sólo cuentan con una medida de seguridad: Su sentido común. Y esto es posiblemente el principal aspecto en el que tenemos que trabajar de cara al futuro. La concienciación de los aficionados. Porque de no haber sido alcanzado ningún espectador, el accidente de Sergio y Luis Miguel no hubiese tenido más consecuencias que un coche machacado. Y ellos, que físicamente salieron ilesos, apenas tendrían el problema de pensar en cómo arreglarlo para salir a otros rallyes.

Para terminar, quiero mostrar mi solidaridad con todos aquellos que hacen posible el automovilismo del que gozamos en Galicia. Una absoluta referencia en el panorama nacional, con amplísima participación y seguimiento de público. Puede que en otros lugares del país los rallyes sean un deporte minoritario. Aquí no.

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