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Pedro de Silva

Nave sin capitán no llega a puerto

Hipocresías aparte, la primera política internacional de un país, en este caso la UE, consiste en mantener sus fronteras. La principal amenaza de las de Europa es por el Sur, debido a la acción combinada del empuje del islamismo y la presión migratoria. Si Europa, además de tener clara esa obvia política, creyera en sus propios valores, se aplicaría a fomentar el desarrollo humano (económico, social, cultural) de los países pobres, empezando por esos vecinos del Sur, que pueden hacer de colchón protector. Si además de todo lo anterior hubiera una entente de la Unión con sus propias empresas, se obtendrían las ventajas de los nuevos mercados de esos países, con beneficio mutuo. El planteamiento de Juncker, secundado por Rajoy, parecería ir por ahí, pero el problema estriba en que Juncker no preside un verdadero gobierno europeo capaz de diseñar una ambiciosa política y de ejecutarla.

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