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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Carcajadas de Pedro Madruga

Desde el año 2007 el Partido Popular que lidera don Mariano Rajoy viene utilizando el castillo de Soutomaior para inaugurar el curso político. El lugar es hermoso, tiene historia y al líder conservador le resultaba cómodo y muy a mano de Sanxenxo donde suele veranear. En ese sentido, no hay nada que oponer y hay que alabarle el gusto. En tiempos de don Manuel Fraga las mesnadas populares fueron convocadas primero a una romería en el monte Faro, cerca de Chantada, y más tarde a otra de parecidas características en el monte do Gozo, en las proximidades de Santiago de Compostela. Estos dos lugares resultaban un tanto desolados y de no fácil acceso y la tarea de discursear, comer y bailar al son de la gaita se hacía especialmente incómoda. Y don Mariano, cuando llegó a jefe supremo y le tocó decidir, buscó otro escenario más adecuado para echar el primer sermón político a sus fieles después de las vacaciones parlamentarias. No le costó mucho encontrarlo, ya que el casi eterno presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán, puso a su disposición el castillo de Soutomaior, que era propiedad del ente público provincial. A partir de ese momento, se transformó en costumbre que el PP, primero en la oposición y luego en el gobierno, acuda a finales de agosto a las inmediaciones de la fortaleza del legendario Pedro Madruga, y desde allí, y en tono belicoso, sus dirigentes, sobre todo su líder máximo, anuncien cuáles van a ser sus objetivos para el curso político que se inicia a continuación.

Imagino que la elección de Soutomaior como escenario ha de tener algún sentido oculto porque la teatralidad de las acciones políticas requiere que así sea, incluso por encima de los deseos de quienes las protagonizan. Don Pedro Álvarez de Soutomaior, conde de Camiña, más conocido como Pedro Madruga por su afición a levantarse temprano para iniciar sus correrías bélicas, es un personaje legendario de la historia medieval gallega. Quienes escribieron sobre él con cierta autoridad, dicen que gustaba de reírse a carcajadas después de rematar sus fechorías. En una ocasión arrasó e incendió la villa de Ribadavia y cuando la abandonaba dijo entre risas desde la montura de su caballo: "Adeus, xudeus de Ribadavia".

No es mi intención establecer un paralelismo entre la personalidad de don Mariano Rajoy y la de Pedro Madruga, ni hay ningún parecido en su forma de proceder en el combate político y en las luchas de poder. El actual presidente del Gobierno es un hombre de natural pacífico y yo no lo veo levantándose temprano para perseguir a sus enemigos. No obstante, no faltan observadores políticos, sobre todo en Madrid, que lo describen casi como un "killer" de novela negra, por la facilidad con que se ha ido librando de todos sus adversarios, especialmente los de dentro su propio partido, que son siempre los más peligrosos. Lástima que las citas anuales en Soutomaior corran el riesgo de no volver a celebrarse. La Diputación Provincial de Pontevedra, ahora en manos de la izquierda, ya ha advertido al PP que el año que viene no será posible ya que el recinto solo podrá cederse para los "usos permitidos". Lo que tal se reiría Pedro Madruga de saberlo.

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